Tercera parte de la trilogía:

Los fantasmas del Tabor

De la colección: Historias de Tomás y María

viernes, 15 de octubre de 2010

CAPÍTULO 3, EL PRIMER SALTO ATRÁS

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No sé cómo tienes configurada la pantalla, pero si puedes ver 5 o más pájaros volando en la parte alta, podrás ver que en el margen derecho (tu derecha) están las distintas entradas que corresponden a los 16 capítulos y la introducción. Para acceder a cualquiera de ellos sólo tienes que hacer clic en el capítulo que te interese. No olvides la introducción. El capítulo 1 está en septiembre.



Carmen se llevó las manos a la cara, horrorizada y llena de dolor por la pérdida del ser a quien más quería. Sintió deseos de correr hacia la furgoneta y matar con sus manos al hombre que había disparado, pero a pesar de que las lágrimas inundaban sus ojos y casi le nublaban por completo la visión, pudo ver como era la furgoneta la que se ponía en marcha y se dirigía hacia el lugar donde ella estaba. Entró en la casa, cerró la puerta y se dirigió a la caja fuerte. Al abrirla vio un tocho de papeles y una pistola. Carmen se extrañó de ver aquel arma porque su marido era un hombre pacífico, pero en cambio ella había tenido que aprender a manejarlas como parte de su formación de piloto, así que la empuñó sin vacilaciones.

Carmen se asomó a la ventana y pudo ver cómo la furgoneta paraba frente a su casa y de ella se bajaban dos hombres. Le hubiese gustado matar al que disparó el misil contra su marido, pero no podía saber cual de los dos había sido, además su conciencia no le permitía tomarse la justicia por su mano, pero era evidente que aquellos hombres, que acababan de matar a su marido, no venían precisamente a felicitarla por su onomástica, así que apuntó la pistola sobre uno de ellos y la disparó alcanzándolo en el hombro izquierdo. Mientras el herido caía al suelo, el otro se volvió hacia el vehículo para intentar parapetarse. Carmen hizo un segundo disparo, pero esta vez la bala no alcanzó su objetivo sino que incidió sobre el faro derecho de la furgoneta haciéndolo saltar en mil pedazos. Antes de que Carmen pudiese volver a disparar, el individuo había logrado ponerse a salvo y entraba en la furgoneta por la puerta trasera. Unos segundos más tarde salía de ella y apuntaba a la casa con el tubo lanzamisiles cargado y dispuesto para disparar contra Carmen. El herido, que se arrastraba hacia la furgoneta, le gritó: “¡¡La necesitamos viva!!”. Entonces el que apuntaba conminó a Carmen para que se rindiese.

־ ¡Tira el arma y sal con los brazos en alto!

־ ¡De acuerdo, pero no disparen!

En ese momento, el hombre que apuntaba con el lanzamisiles, se adelantó para ayudar a su compañero, quedando al descubierto por un instante. Hasta aquel día, Carmen nunca había disparado contra un ser humano. Su enemigo habitual era el fuego, pero ella sabía muy bien que al enemigo había que combatirlo lo antes posible y sin darle oportunidad para que ganase posiciones, así que cuando vio que su enemigo apartaba la mirada de ella y se inclinaba sobre su compañero para ayudarlo, disparó su arma alcanzándolo en el hombro derecho. Éste, al sentir el impacto, apretó el disparador del lanzamisiles, con lo que hizo que el misil impactase sobre el suelo entre él y su compañero.

La explosión hizo saltar más de diez metros a la furgoneta y rompió los cristales de la ventana donde estaba Carmen, que afortunadamente salió ilesa, pero sus atacantes desaparecieron en la explosión. Como la casa de Carmen no era visible desde las viviendas de sus vecinos, nadie vio lo que pasó, pero era seguro que todos habrían oído la explosión y que más de uno iba a llamar a la policía. Carmen pensó que también ella debería llamar a la policía para evitar sospechas, pero no podía perder tiempo, ya que, antes de que llegasen, debía eliminar el documento que estaba en la caja fuerte. Tal vez sería mejor que ella no llamase, así tendría más tiempo y siempre podría decir que había quedado aturdida por la explosión. Sacó el tocho de papeles que estaba en la caja fuerte y lo colocó sobre una bandeja de acero inoxidable, luego la puso dentro de la bañera y lo roció con alcohol. Encendió una cerilla y la arrojó sobre la bañera. Una gran llamarada azul se levantó hasta asomar por los bordes de la tina, para rápidamente venirse abajo y quedar solo unos centímetros por encima del documento, que en su primera página tenía un dibujo de la nave y la siguiente inscripción: “El ave fénix puede aparecer y desaparecer, renace de sus cenizas, es inmortal y domina el fuego”. Las llamas azules del alcohol iban dando paso a otras rojas y amarillas que indicaban que el papel estaba empezando a quemarse. Los bordes empezaban a ennegrecerse y a curvarse sobre sí mismos al arder. De repente pudo ver cómo la primera página, que estaba casi quemada, desapareció de forma instantánea dejando visible a la página siguiente. No podía comprender cómo había pasado eso, pero tampoco tenía tiempo para ponerse a reflexionar sobre ello, así que cogió la pistola y los casquillos de las tres balas que había disparado y, tras meterlas en una bolsa de plástico, lo enterró todo en el jardín de la parte trasera de la casa, entre unos macizos de flores. Eso sería suficiente para evitar que lo encontraran si es que hacían un registro de la casa, y al día siguiente tendría tiempo de hacerlo desaparecer desarmando la pistola y arrojando sus piezas en distintos puntos del río. Cuando volvió a la casa, el tocho de papeles había ardido por completo. Tomó una toalla para no quemarse las manos y sacó la bandeja de la bañera. Al volverse vio una hoja de papel que estaba apoyada sobre el espejo y sujetada por un bote de colonia. Era la primera página del documento que ella acababa de quemar, la que, unos minutos antes, había desaparecido misteriosamente ante sus ojos. Se veía claramente que había sido arrancada, y con la letra de su marido estaba escrita la siguiente frase: “Conseguí escapar del misil volviendo atrás en el tiempo, han sido sólo unas horas, pero me ha servido para salvar la vida y para comprobar que la nave funciona. Ahora sé que podré cumplir mi misión, después intentaré reunirme contigo en el futuro, pero recuerda que sea cual sea el tiempo en que me encuentre, seguiré siempre enamorado de ti”.

Había también una posdata que decía: “No olvides destruir también esta página”.

Carmen rompió esta página y la arrojó, junto con las cenizas, al inodoro.

Justo antes de que el misil alcanzara la posición de la nave, Eloy había logrado que el Ave Fénix saltara al pasado. El calor generado por este salto atrás provocó la explosión del misil, dando la sensación de que había alcanzado su objetivo. Eloy había retrocedido ocho horas y, contraviniendo sus propias normas, salió de la nave para arrancar la primera hoja del documento y poder dejar a su esposa un mensaje de esperanza.


CÓMO SE HIZO LA NOVELA
LA HISTORIA DE ELOY
CAPÍTULO 3


Al llegar las vacaciones, María estaba deseando continuar la aventura que su padre y ella habían comenzado a escribir hacía un año. Lo primero que hizo fue pregunta a su padre si se le había ocurrido alguna idea para salvar Eloy de la explosión del misil.

- ¿Cómo vamos a hacer para salvar a Eloy?

- Antes tendremos que pensar en la forma de salvar a Carmen, porque los que han atentado contra su marido son unos asesinos profesionales, y no querrán dejar libre a ningún testigo de sus fechorías.

- Me ha parecido bien la forma en que ella se ha salvado, pero ¿por qué tenía que saber manejar una pistola si vivía en un mundo de paz?

- Esa es una buena pregunta, pero en primer lugar debes recordar que desde hacía algunos años su mundo había dejado de ser pacífico, pero además, un piloto puede verse obligado a hacer un aterrizaje forzoso o incluso a abandonar su aparato lanzándose en paracaídas y, en esos casos, podría tener que usarla para defenderse del ataque de algún animal salvaje.

- Si se ha entrenado para disparar una pistola, ¿por qué falla cuando dispara contra sus enemigos?

- En las películas, estamos acostumbrados a ver cómo “el bueno” es capaz de escapar ileso de una lluvia de disparos lanzados por sus enemigos, mientras que él los elimina usando un solo disparo contra cada uno. Pero yo quisiera que los personajes de nuestra aventura fuesen lo más reales posible, aunque vivan en un mundo irreal. Por otro lado, para una buena persona, como es Carmen, debe ser muy difícil matar, a sangre fría, a un ser humano. Pero dejaremos que sea cada lector el que decida si Carmen falla, o no, al disparar. De lo contrario, entraríamos a debatir el tema de la defensa propia, y creo que no debemos hacerlo, al menos en este capítulo.

- De acuerdo, dejemos ese tema y volvamos a la forma en que salvas a Eloy. Tú has dicho alguna vez, que viajar al pasado es imposible. ¿Por qué lo permitimos en nuestra aventura?

- Lo que yo he dicho es que el viaje en el tiempo es una posibilidad teórica, condicionada a la posibilidad de desplazarse a la velocidad de la luz, lo que hoy por hoy es imposible. En todo caso sólo se podría viajar al futuro, pero no al pasado. Pero renunciar a esta posibilidad en la ficción, sería renunciar a un mayor entretenimiento del lector. Por eso los viajes en el tiempo aparecen en tantas novelas y películas, sin que nadie se haya quejado de ello. Afortunadamente, hemos podido ver, al final de este capítulo, que el Ave Fénix no sólo no se destruyó sino que ha logrado viajar al pasado, sin lo cual no sería posible continuar nuestra novela.

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