Tercera parte de la trilogía:

Los fantasmas del Tabor

De la colección: Historias de Tomás y María

sábado, 4 de diciembre de 2010

CAPÍTULO 16, VIAJE AL AÑO TREINTA

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El reencuentro de la familia en Babilonia, tras el nacimiento de Jesús y Tomás, los llenó a todos de felicidad. Eloy estaba satisfecho por haber podido contribuir a salvar la vida de Jesús, que había estado a punto de terminar, a manos de Herodes, poco después de su nacimiento. Tras llevarlos a Babilonia, se despidió de Melchor, que era el único que sabía que la nave estaba tripulada, y al que Eloy prefería llamar Moisés porque fue a Moisés al que él conoció y del que se hizo amigo.

- Moisés, querido amigo, Abraham y algunos de sus descendientes también fueron amigos míos, pero cuando me despedía de ellos para dar un gran salto en el tiempo, sabía que esa despedida era para siempre. Ninguno de ellos podría estar esperándome en mi próxima estación, porque necesariamente iban a morir. Tú has sido el único capaz de esperarme para darme la bienvenida después de cientos de años. Te aseguro que la sensación que tuve en nuestro reencuentro fue maravillosa y lamento no haberme citado contigo en las etapas anteriores de mi viaje, pero a partir de ahora quisiera reencontrarme contigo cada vez que avance hacia el futuro. Ahora tengo que irme.

- ¿Hacia donde vas?

- La pregunta que me debes hacer no es ¿hacia dónde? sino ¿hacia cuando? Esta vez nuestro reencuentro no tardará tanto. No tengo más remedio que avanzar en el tiempo, pero volveré aquí dentro de treinta años, ya que estoy interesado por saber como evoluciona la vida de Jesús.

- Me gustaría viajar contigo.

- Me encantaría que me acompañases, pero creo que tu presencia junto a Jesús y Tomás será muy conveniente para ayudarlos a preparar el mensaje de salvación, pero te prometo que te llevaré conmigo cuando vuelva dentro de treinta años.

- ¿Cómo podré saber que has llegado?

- Estate atento a la Luna llena, porque mi nave aparecerá junto a ella. Cuando veas la luz de mi nave, enciende una fogata como hiciste en Jerusalén y ocúltala de forma intermitente para que yo pueda saber donde estás.

Eloy desapareció emprendiendo un viaje que para él iba a ser de sólo unos segundos, pero que para Melchor iba a durar treinta años. Al volver, Melchor le pidió que se presentase ante los hermanos de María y que les permitiese viajar con ellos en su nave para llevarlos a Galilea, donde estaba María con su marido y sus hijos.

Eloy accedió a lo que Melchor le pedía y, tras pasar unos días con todos ellos y presenciar el prodigioso éxito conseguido por Jesús en la boda de Caná, quedó convencido de que Jesús no iba a tener problemas en la difusión de su mensaje, y decidió seguir su viaje al futuro.

Melchor, que en ese día estaba ocupando el cuerpo de Tomás, le dio un abrazo a Juan para despedirse de los dos hermanos con los que tantos años había compartido. Volvió a ser el espíritu de aquel niño de once años cuyo cuerpo estaba atrapado en el hielo y le recordó, a Eloy, la promesa que le había hecho treinta años antes, y le pidió que lo llevase con él. Pero Eloy no estaba seguro de poder cumplirla.

- Varias veces has viajado conmigo en el espacio a pesar de que tú no tengas materia, pero no estoy seguro de que puedas realizar un viaje en el tiempo. Intentaremos saltar al año 70 para presenciar la resurrección de Jesús. Si no lo consigues, quiero que sepas que has sido mi mejor amigo y que nunca te olvidaré, y que espero que estemos juntos al llegar allí, ya sea porque me has acompañado o porque me hayas esperado.

Ante los ojos llorosos de Juan y Tomás, Eloy elevó su nave. El espíritu de Melchor estaba junto a él en el puesto de control. Cuando alcanzó la altura normalizada para iniciar su movimiento en el tiempo, desapareció poniendo rumbo a Jerusalén y en la época en la que él sabía que Jesús iba a morir y resucitar, es decir, cuarenta años más tarde. Pero Melchor no pudo ir con él. Su cuerpo inmaterial no pudo desplazarse en el tiempo.

Al llegar Eloy a Jerusalén, no solo no halló a su amigo, sino que se encontró con un espectáculo espeluznante. El Templo estaba destruido, la ciudad ardía en llamas y estaba sitiada por un bosque de cruces donde todos sus defensores estaban siendo ejecutados.




CÓMO SE HIZO LA NOVELA

LA HISTORIA DE ELOY

CAPÍTULO 16

- Y así terminaremos “La Historia de Eloy” –dijo Tomás.

- ¡Pero papá, esto es horrible! –dijo María indignada- ¿Cómo vamos dejar que el libro termine así? ¡Es que no podemos hacer un final feliz!

- Es que la realidad fue así. Me hubiera gustado que la historia de la humanidad, fuese como la historia paralela en que vivían Eloy y Carmen, pero no ha sido así. La historia está plagada de violencia y de maldad.

- Una vez me dijiste, que aunque los medios de comunicación nos presenten siempre las malas noticias, eso es precisamente lo que indica que lo normal sigue siendo lo bueno. Pero nosotros no somos un medio de comunicación, sino unos fabricantes de fantasías, y podríamos hacer que nuestra historia tuviese un final feliz.

- Recuerda lo que decíamos en la introducción. Esta historia eran las raíces de un árbol, y las otras dos historias de la trilogía eran el tronco y las ramas. Tal vez creas que ya conoces el árbol por completo, pero no es así. Para conocer por completo a un árbol o a un hombre, deberías conocer sus frutos. Está claro que, aunque pueda parecer una contradicción, esta trilogía no va a tener más remedio que tener cuatro libros. Estas historias van a tener que continuar. Será mejor que dejemos a los lectores con ganas de leer “El Cuarto Libro”, a ver si allí pueden encontrar un final feliz.

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