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Después de despedirse de Eliseo, Eloy viajó hasta la época en que debía nacer Jesús, en el reinado de Herodes el Grande. No le iba a ser fácil encontrar a María, la humilde esposa de un carpintero, y pensó hacerlo de una forma indirecta, encontrando a su prima Isabel, que estaba casada con Zacarías, un sacerdote del Templo de Jerusalén. No le fue difícil localizar a Zacarías. Cuando lo encontró estaba oficiando una ceremonia en el Templo. Eloy no creía conveniente aparecer ante todos, pero en un momento en que Zacarías se separó de los demás asistentes para ofrecer incienso en el interior del santuario del Señor, se hizo visible ante él. Zacarías, al verlo, se turbó y empezó a temblar de miedo. Pensaba que Dios lo iba a castigar por haber ayudado a escapar a los que mataron al sumo sacerdote. Cuando Eloy intentó hablar con él, Zacarías le pidió que no lo castigase y se desmayó. Viendo que pasaba el tiempo y no salía del santuario, entró un sacerdote y logró reanimarlo, pero se había quedado sin habla.
Eloy siguió a Zacarías hasta su casa y allí se apareció a Isabel.
- No temas Isabel. Tu esposo cree que Dios me ha enviado para castigarlo, pero yo sólo quiero que me ayudes a encontrar a tu prima María.
Isabel no confiaba en aquel ser, y temía que quisiese encontrarla para entregarla a sus perseguidores.
- Si fueses un ángel del Señor no tendrías que preguntarme. Tú eres un demonio y trabajas para los que quieren encontrarla y matarla.
- Si fuese un demonio tampoco tendría que preguntarte. Dices que María está en peligro, y yo necesito ayudarla y proteger a su hijo.
- Mi prima no tiene ningún hijo, hizo un pacto con su marido para permanecer virgen hasta que se cumpliese un año de su matrimonio.
- Si sus enemigos la encuentran antes, su hijo no nacerá y el mensaje de salvación no llegará a los hombres. ¡Tengo que encontrarla!
Isabel estaba confusa y no sabía que pensar de aquel ser, pero el hecho de que conociese el mensaje de salvación, le hizo cambiar la actitud recelosa que inicialmente había tenido.
- Creo que tienes razón. Son sospechosos de haber matado al sumo sacerdote Zabulón y no van a parar de buscarlos. La encontrarás en Galilea, en una ciudad llamada Nazaret. Vive en la carpintería de su marido, no te será difícil encontrarla. Diles que vuelvan a Jerusalén para esconderse en mi casa.
Siguiendo las indicaciones de Isabel, Eloy encontró la casa de María. Era el mediodía de una luminosa mañana de otoño, el cielo estaba completamente azul y el Sol entraba por la ventana de la habitación donde se encontraba María. Ella estaba cocinando y esperando la llegada de José, que había salido a conseguir madera para su carpintería. Eloy se hizo visible ante María y le dijo: “No temas María”. Entonces María preguntó a aquel ser extraño si era por ventura un ángel del Señor, a lo que éste respondió:
- En efecto, soy un ángel del Señor, y he venido a anunciarte que el próximo verano darás a luz un hijo al que llamarás Jesús, que quiere decir: “Yahvé es salvación”, porque él será el que comunique a los hombres el mensaje de salvación y felicidad que el espíritu de Dios ha puesto en ti.
- ¿Cómo será eso posible si no he conocido a ningún varón?
- No te preocupes por ello, porque el espíritu de Dios estará siempre contigo y hará que se cumpla lo que te he anunciado.
El ángel desapareció, pero la nube siguió sobre su casa, y aún no había salido María de su asombro cuando llegó a casa José. María, llena de júbilo y gozo le comunicó la noticia a José.
- ¡Voy a tener un hijo!
José, que estaba profundamente enamorado de María y creía que ella sentía lo mismo hacia él, se llenó de estupor y tristeza ya que según el acuerdo contraído por ambos el día de su boda, había respetado su virginidad y pensaba seguir haciéndolo hasta que se cumpliese el convenido plazo de un año.
- ¿Cómo es posible que me hayas traicionado?
- Yo no te he traicionado, pero sé que voy a tener un hijo, porque un ángel del señor ha venido y me ha anunciado que el espíritu de Dios lo hará posible.
- ¿Dices que un ángel ha venido a visitarte?
- Sí, acaba de marcharse
- ¿Tenía aspecto de hombre?
- Si pero..
- ¿Estás segura de que no te ha narcotizado y abusado de ti?
- Yo...
En esto volvió a oírse la voz, que había anunciado a María el nacimiento de su hijo.
- No temas José, María siempre te ha sido fiel, pero la palabra de Dios ha de venir al mundo y ser conocida por los hombres, y es su voluntad que nazca ese niño para anunciarla.
- Perdóname María por haber dudado de ti –dijo José.
- No hay nada que perdonar, ya que he sido yo la que, con la emoción, me he precipitado al anunciarte la buena nueva sin haberte explicado, antes, cómo había llegado a mi conocimiento.
- Entiendo que lo que Dios nos quiere decir con el envío del ángel, es que debemos intentar cumplir su voluntad y que eso debe estar por encima de cualquier compromiso previo que nosotros hubiésemos podido establecer.
El ángel volvió a hablar y dijo:
- Ésa es la voluntad de Dios, y también lo es que volváis a Judea, porque Isabel, la que todos creían estéril, está embarazada de seis meses y necesita vuestra ayuda.
- Pero en Judea estaríamos en peligro -dijo José.
- Es cierto que estáis en peligro, sospechan que mataste a Zabulón y no tardarán en encontrarte. Estaréis más seguros escondidos en casa de Zacarías.
- Haremos la voluntad de Dios.-Dijeron José y María al unísono.
Sin que ellos lo supieran, Eloy los siguió en su camino hacia Judea, para protegerlos si surgía algún peligro.
CÓMO SE HIZO LA NOVELA
LA HISTORIA DE ELOY
CAPÍTULO 13
María comentó a su padre:
- ¿Has inventado este capítulo o lo has copiado de la Biblia?
- Como pasa en otros capítulos, Hay mucho inventado por mí, pero sobre una base de la Biblia. En este caso el evangelio de Lucas, capítulo 1 versículos 5 al 25 “La anunciación del nacimiento del Bautista” donde se menciona “el poder de Elías” en el versículo 17, y ya que Eías aparece en este relato, me parece adecuado el que este relato aparezca en nuestro libro. En el mismo capítulo, los versículos 26 al 38, nos narran “La anunciación del nacimiento de Jesús”, que también está en el de Mateo en los versículos 18 al 25 de primer capítulo.
- Verdaderamente es misteriosa la versión de ambos evangelistas sobre la anunciación, del nacimiento de Jesús, pero hay algo que me ha llamado la atención en la anunciación del nacimiento del Bautista y que me gustaría comentarte. Se trata del versículo 15, que dice: “Porque será grande a los ojos del Señor; jamás beberá vino ni bebida embriagante; estará lleno de espíritu santo desde el seno de su madre”
- ¿Qué es exactamente lo que te llama la atención?-preguntó Tomás.
- Me llama la atención el que Juan no vaya a beber vino y que eso vaya a ser una de sus mejores características. Porque Jesús que se supone que va a ser mejor que Juan, sí que lo bebe, y convierte el agua en vino, y en la última cena lo elige para convertirlo en su sangre, y por si esto fuera poco, anuncia que en el Cielo también lo beberá, como se dice en el versículo 29 del capítulo 26, de Mateo y en los evangelios de Marcos y Lucas –dijo María.
- Me parece un tema interesante, y para tratarlo creo que debemos hacerlo con la Biblia en la mano, es más con dos ediciones distintas por si hubiese algún matiz que variase entre ellas. Lo haremos empezando por el último evangelio que es el de Juan, que como sabes no es el Bautista, sino el más joven de los apóstoles.
- En este evangelio, al hablar de la última cena no se menciona el vino, ni hay una institución de la Eucaristía con pan y vino, como en los tres anteriores.
- Efectivamente, y se supone que Juan habría leído los tres anteriores.
- Lucas y Marcos hablan de “el fruto de la vid” en una versión o “el producto de la vid” en la otra. Sabemos que entre los productos que se pueden sacar de la vid, están el mosto, el vino, el vinagre o el alcohol destilado, pero por antonomasia, el producto de la vid es el vino –dijo María.
- Pero Lucas y Marcos no estuvieron presentes en la última cena, y es lógico que diesen por sobreentendido que en ella estuviesen bebiendo vino, porque eso sería lo más normal. En cambio Mateo, que sí estuvo presente, dice “este producto de la vid”, por lo que podríamos pensar que no estaban bebiendo vino, sino otro producto, que naturalmente no iba a ser vinagre ni alcohol destilado, así que probablemente estuviesen bebiendo mosto. Es más, en el versículo 29 del capítulo 26, una de las versiones dice simplemente “hasta el día en que lo beba con vosotros en el reino de mi Padre.” Pero la otra matiza, “hasta el día en que beba con vosotros vino nuevo en el reino de mi Padre.”
- Tal vez al decir vino nuevo se esté refiriendo a un vino que aún no ha fermentado y que por lo tanto no tiene alcohol y no es una bebida embriagante.
Es posible, pero ya volveremos sobre este tema en otra ocasión –concluyó Tomás.
Tercera parte de la trilogía:
Los fantasmas del Tabor
De la colección: Historias de Tomás y María
domingo, 28 de noviembre de 2010
CAPÍTULO 12, ELÍAS
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Avanzó Eloy cien años y se encontró con que, a la muerte de Salomón se había dividido el reino, quedando Jerusalén en el reino de Judá, donde habitaban las tribus de Judá y Benjamín, y el resto estaba en los territorios del norte, donde reinaba el rey Ajab. Era el año 874 antes de Cristo, y Eloy pensaba que todos los esfuerzos que había hecho a favor de los israelitas habían sido en balde, no sólo porque el reino de Salomón se hubiese dividido, sino porque su religión estaba a punto de perderse debido a que Jezabel, la esposa del rey Ajab, adoraba a otros dioses y estaba favoreciendo a sus sacerdotes, con lo que el pueblo se estaba desviando de la ley de Moisés.
Eloy estaba cansado de deambular por la historia de aquel pueblo, intentando ayudarlo y replanteándose constantemente la eficacia de sus actuaciones. Sufría pesadillas donde las opiniones de Carmen machacaban su conciencia como un martillo que golpea el yunque en la fragua. Echaba de menos a Moisés, es decir a Melchor, ya que era la única persona, aparte de Carmen, que conocía su secreto, y sentía la necesidad de ser sincero para encontrar un poco de paz en su camino. Estaba decidido a fijar las coordenadas de su nave para viajar al tiempo en que iba a nacer Jesús y encontrarse allí con su único amigo, según acordaron cuando se despidieron en el desierto del Sinaí, pero recapacitó y se dio cuenta de que las circunstancias por las que atravesaba el pueblo de Israel eran tan desastrosas, que los israelitas posiblemente desaparecerían antes de que pasasen los casi novecientos años que quedaban para llegar al momento en que se había citado con Moisés, y que posiblemente no nacería Jesús. Entonces decidió que tenía que volver a ayudar a los israelitas, pero esta vez no iba a hacerlo de una forma puntual, sino que debía integrarse con ellos de una forma patente, hasta el punto de pasar a formar parte de su historia, como hizo Melchor al convertirse en Moisés. El problema era que él no podía convertirse en un niño recién nacido, sino que tendría que irrumpir en la historia de aquel pueblo de una forma brusca, sin poder justificar nada sobre su pasado, ni su familia, ni siquiera sobre su tribu, por lo que le iba a ser muy difícil presentarse como un profeta, sin poder demostrar que era uno de ellos. Afortunadamente contaba con dos grandes ventajas: las armas de su nave y el haber estado allí antes, por lo que conocía que iban a padecer una gran sequía. No podía presentarse con el nombre de Eloy, porque el sonido de su nombre era casi igual que la exclamación Elohim que significa Dios mío y no podía pedirles que le llamasen Dios mío, así como Abram y Sarai, cambiaron sus nombres por los de Abrahán y Sara, él se hizo llamar Elías, que quiere decir “Yahvé es mi Dios”.
Se presentó ante el pueblo anunciándoles una gran sequía, y que esa era la forma en que Dios los castigaba por sus pecados. Al ver el pueblo que se cumplían sus presagios sobre el clima, empezaron a respetarlo. Retó a los sacerdotes de Baal para que hicieran ofrendas a su dios en el monte Carmelo, nombre que le había dado Eloy al monte donde realizó muchos de sus prodigios, en honor a Carmen. El reto era el siguiente: Los sacerdotes de Baal colocarían sus ofrendas sobre un altar en el que se había colocado leña seca, y su dios debía hacer que cayera fuego del cielo, para quemar las ofrendas. Había nubes en el cielo y era posible que un rayo cayese en la montaña y precisamente en el altar, pero por más que los sacerdotes de Baal estuvieron cantando y bailando, no consiguieron que el fuego bajase del cielo. Después pidió Elías que colocasen sus ofrendas sobre leña mojada e hizo rodear el altar de una zanja llena de agua. Y les dijo a los sacerdotes de Baal:
- Invocad el nombre de vuestro dios, y yo invocaré el de Yahvéh. El dios que responda con fuego, ése es el verdadero Dios.
Y todo el pueblo estuvo de acuerdo con esa propuesta.
El Ave Fénix estaba oculta tras la imagen holográfica de una nube, y en su interior Eloy controlaba la situación esperando la puesta de Sol, ya que sabía que ese era el momento en que iba a comenzar a llover. Justo antes de que el Sol se pusiese, hizo que la imagen de Elías se arrodillase para orar, y poco después disparó su láser contra las ofrendas, consiguiendo que éstas se incendiasen al instante. Unos minutos más tarde comenzaba a llover. El pueblo, maravillado por el poder de Elías, se abalanzó sobre los sacerdotes de Baal y los mataron a todos. Elías había conseguido el respeto de los israelitas y estaba seguro de que, al igual que Moisés, iba a pasar a la historia como un gran profeta. Como quería ya viajar hasta la época en que iba a nacer Jesús, buscó a un hombre justo y sabio para que continuara su labor. Hizo que cambiase su nombre por el de Eliseo, que significa Dios es mi salud, y que empieza por las mismas letras que Elías para que quedase patente que era el seguidor de Elías, y después de trabajar juntos e instruirlo en lo que debía de hacer cuando él se fuera, se despidió de Eliseo y partió en su nave, que hizo aparecer ante Eliseo como un fulgurante carro de fuego.
CÓMO SE HIZO LA NOVELA
LA HISTORIA DE ELOY
CAPÍTULO 12
María comentó a su padre:
- Si Jesús era llamado “Hijo de David” y ya hemos hablado de este rey tan importante, ¿por qué no vamos directamente a la época de Jesús? ¿por qué nos detenemos en la época del rey Ajab? ¿qué importancia tiene este rey?
- El importante no es el rey sino Elías, que es el principal protagonista de nuestra novela y que precisamente aparece en este momento de la historia del pueblo hebreo. Concretamente en el capítulo 17 del primer libro de los Reyes. Fueron muchos los prodigios que obró Elías, y están narrados en la Biblia, al final del primer libro de los reyes y principio del segundo, pero de entre todos hemos destacado, aquí, el que hizo cuando sabía que la sequía estaba a punto de terminar. 1 Reyes 18 (21-40).
Avanzó Eloy cien años y se encontró con que, a la muerte de Salomón se había dividido el reino, quedando Jerusalén en el reino de Judá, donde habitaban las tribus de Judá y Benjamín, y el resto estaba en los territorios del norte, donde reinaba el rey Ajab. Era el año 874 antes de Cristo, y Eloy pensaba que todos los esfuerzos que había hecho a favor de los israelitas habían sido en balde, no sólo porque el reino de Salomón se hubiese dividido, sino porque su religión estaba a punto de perderse debido a que Jezabel, la esposa del rey Ajab, adoraba a otros dioses y estaba favoreciendo a sus sacerdotes, con lo que el pueblo se estaba desviando de la ley de Moisés.
Eloy estaba cansado de deambular por la historia de aquel pueblo, intentando ayudarlo y replanteándose constantemente la eficacia de sus actuaciones. Sufría pesadillas donde las opiniones de Carmen machacaban su conciencia como un martillo que golpea el yunque en la fragua. Echaba de menos a Moisés, es decir a Melchor, ya que era la única persona, aparte de Carmen, que conocía su secreto, y sentía la necesidad de ser sincero para encontrar un poco de paz en su camino. Estaba decidido a fijar las coordenadas de su nave para viajar al tiempo en que iba a nacer Jesús y encontrarse allí con su único amigo, según acordaron cuando se despidieron en el desierto del Sinaí, pero recapacitó y se dio cuenta de que las circunstancias por las que atravesaba el pueblo de Israel eran tan desastrosas, que los israelitas posiblemente desaparecerían antes de que pasasen los casi novecientos años que quedaban para llegar al momento en que se había citado con Moisés, y que posiblemente no nacería Jesús. Entonces decidió que tenía que volver a ayudar a los israelitas, pero esta vez no iba a hacerlo de una forma puntual, sino que debía integrarse con ellos de una forma patente, hasta el punto de pasar a formar parte de su historia, como hizo Melchor al convertirse en Moisés. El problema era que él no podía convertirse en un niño recién nacido, sino que tendría que irrumpir en la historia de aquel pueblo de una forma brusca, sin poder justificar nada sobre su pasado, ni su familia, ni siquiera sobre su tribu, por lo que le iba a ser muy difícil presentarse como un profeta, sin poder demostrar que era uno de ellos. Afortunadamente contaba con dos grandes ventajas: las armas de su nave y el haber estado allí antes, por lo que conocía que iban a padecer una gran sequía. No podía presentarse con el nombre de Eloy, porque el sonido de su nombre era casi igual que la exclamación Elohim que significa Dios mío y no podía pedirles que le llamasen Dios mío, así como Abram y Sarai, cambiaron sus nombres por los de Abrahán y Sara, él se hizo llamar Elías, que quiere decir “Yahvé es mi Dios”.
Se presentó ante el pueblo anunciándoles una gran sequía, y que esa era la forma en que Dios los castigaba por sus pecados. Al ver el pueblo que se cumplían sus presagios sobre el clima, empezaron a respetarlo. Retó a los sacerdotes de Baal para que hicieran ofrendas a su dios en el monte Carmelo, nombre que le había dado Eloy al monte donde realizó muchos de sus prodigios, en honor a Carmen. El reto era el siguiente: Los sacerdotes de Baal colocarían sus ofrendas sobre un altar en el que se había colocado leña seca, y su dios debía hacer que cayera fuego del cielo, para quemar las ofrendas. Había nubes en el cielo y era posible que un rayo cayese en la montaña y precisamente en el altar, pero por más que los sacerdotes de Baal estuvieron cantando y bailando, no consiguieron que el fuego bajase del cielo. Después pidió Elías que colocasen sus ofrendas sobre leña mojada e hizo rodear el altar de una zanja llena de agua. Y les dijo a los sacerdotes de Baal:
- Invocad el nombre de vuestro dios, y yo invocaré el de Yahvéh. El dios que responda con fuego, ése es el verdadero Dios.
Y todo el pueblo estuvo de acuerdo con esa propuesta.
El Ave Fénix estaba oculta tras la imagen holográfica de una nube, y en su interior Eloy controlaba la situación esperando la puesta de Sol, ya que sabía que ese era el momento en que iba a comenzar a llover. Justo antes de que el Sol se pusiese, hizo que la imagen de Elías se arrodillase para orar, y poco después disparó su láser contra las ofrendas, consiguiendo que éstas se incendiasen al instante. Unos minutos más tarde comenzaba a llover. El pueblo, maravillado por el poder de Elías, se abalanzó sobre los sacerdotes de Baal y los mataron a todos. Elías había conseguido el respeto de los israelitas y estaba seguro de que, al igual que Moisés, iba a pasar a la historia como un gran profeta. Como quería ya viajar hasta la época en que iba a nacer Jesús, buscó a un hombre justo y sabio para que continuara su labor. Hizo que cambiase su nombre por el de Eliseo, que significa Dios es mi salud, y que empieza por las mismas letras que Elías para que quedase patente que era el seguidor de Elías, y después de trabajar juntos e instruirlo en lo que debía de hacer cuando él se fuera, se despidió de Eliseo y partió en su nave, que hizo aparecer ante Eliseo como un fulgurante carro de fuego.
CÓMO SE HIZO LA NOVELA
LA HISTORIA DE ELOY
CAPÍTULO 12
María comentó a su padre:
- Si Jesús era llamado “Hijo de David” y ya hemos hablado de este rey tan importante, ¿por qué no vamos directamente a la época de Jesús? ¿por qué nos detenemos en la época del rey Ajab? ¿qué importancia tiene este rey?
- El importante no es el rey sino Elías, que es el principal protagonista de nuestra novela y que precisamente aparece en este momento de la historia del pueblo hebreo. Concretamente en el capítulo 17 del primer libro de los Reyes. Fueron muchos los prodigios que obró Elías, y están narrados en la Biblia, al final del primer libro de los reyes y principio del segundo, pero de entre todos hemos destacado, aquí, el que hizo cuando sabía que la sequía estaba a punto de terminar. 1 Reyes 18 (21-40).
sábado, 27 de noviembre de 2010
CAPÍTULO 11, ELOY Y DAVID
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Saltó esta vez Eloy hasta un punto de la historia que estaba unos mil años antes del nacimiento de Jesucristo. Reinaba en Israel el rey Saúl, que había sido escogido por el profeta Samuel y con su astucia y valor había dado a su pueblo grandes victorias sobre sus enemigos vecinos. Los israelitas no conocían aún la técnica para la fabricación de armas de hierro, y las pocas que tenían se las habían comprado a los filisteos, pueblo vecino de Israel que habitaba en la zona de Gaza y que ambicionaba dominar todo el territorio. Astutamente, los filisteos se habían mantenido al margen de la guerra, preparando un poderoso ejército con carros y armas de hierro. Cuando Saúl hubo dominado a todos sus vecinos, los filisteos le declararon la guerra a los israelitas. El profeta Samuel veía que Israel estaba abocado a la derrota y consideraba esta desgracia como un castigo de Dios a Saúl. Samuel buscó a un hombre que estuviese alejado de la corrupción, que suele ir aparejada al poder, y encontró un joven pastor llamado David al que ungió como nuevo líder de su pueblo. Esta unción no significaba un automático cambio de rey, sino el simple conocimiento por parte de David de que, si Samuel estaba en lo cierto, Dios lo había elegido para reinar sobre su pueblo, lo cual daba a David una gran esperanza y reforzaba enormemente su fe, pero nada más.
Saúl y su ejército salieron al encuentro de los filisteos, pero al llegar al campo de batalla y comprobar los medios con que contaba el enemigo, se dio cuenta de que tenía muy pocas posibilidades de vencer. Él sabía por experiencia, que Dios le había ayudado en otras ocasiones y también esperaba poder contar con su auxilio en esta ocasión. Se puso a rezar, y pronto vio el resultado de sus plegarias. Un emisario de los filisteos, llegó al campamento con la siguiente propuesta: El mejor hombre de los israelitas, lucharía contra el mejor de los filisteos, y si era capaz de vencerlo, estos se retirarían y los dejarían en paz, pero si vencía el filisteo, los israelitas se rendirían y pondrían su ejército a las órdenes de los filisteos. Era una propuesta bastante desigual, pero mayor aún era la desigualdad que había entre ambos ejércitos. Saúl no tuvo más remedio que aceptarla para evitar la masacre de su ejército. Además, un combate entre dos hombres elevaba notablemente sus posibilidades de victoria, tanto que Saúl no podía entender cómo el rey de los filisteos había podido sentirse tan generoso en un momento en el que él incluso estaba considerando la posibilidad de una rendición incondicional. Sólo podía entenderlo como un milagro de su Dios. Pero sus esperanzas se vinieron abajo cuando vio salir, de entre las filas del enemigo, a un enorme gigante, perfectamente armado y acorazado de forma que una flecha no pudiese alcanzarlo. El gigante, que se llamaba Goliat, insultó a los israelitas y, burlándose de ellos, los retó a que eligiesen al hombre que debía medir sus fuerzas contra él al amanecer del día siguiente. Ninguno quería enfrentarse a tan poderoso enemigo. David, que ni siquiera era soldado, estaba en el campamento porque había ido a llevarles provisiones, y pidió enfrentarse al gigante. Saúl le ofreció su propia espada y todos los demás elementos que pudieran servirle para su defensa, pero David quiso enfrentarse a Goliat sin armadura ni escudo, con la sola ayuda de su cayado, su honda y unas piedras. Era evidente que David confiaba plenamente en su Dios y daba por seguro que podía contar con su ayuda. De hecho así fue, porque Eloy, que estaba presenciando la situación, no estaba dispuesto a quedarse como mero espectador en aquel desigual combate. Volvieron a su mente las palabras de Carmen recordándole los riesgos de sus intervenciones en la historia, pero esta vez no tenía tiempo para meditar. Pensó que si, aprovechando el momento en que David lanzase una piedra con su honda, derribaba a Goliat con un disparo de su láser, que lo dejase inconsciente, sería suficiente para que diesen como vencedor a David.
Goliat se burlaba de David al verlo con su cayado y su honda, y le decía: “¿Soy yo acaso un perro para que vengas a mí con un palo?” A lo que David le respondió:
- Tú vienes a mí con espada, pero yo voy hacia ti en nombre del Dios de los ejércitos, que te entregará en mis manos.
Entonces lanzó una piedra con su honda. En ese momento Eloy disparó su rayo contra la frente de Goliat y lo derribó dejándolo sin sentido. Pensaba Eloy que con esto terminaría el combate, pero David tomó la espada de Goliat y le cortó con ella la cabeza.
Aquella noche Eloy soñó con Carmen, que le recriminaba su actuación a favor de David. Eloy pensaba que se estaba volviendo loco y que sufría alucinaciones, porque no estaba seguro de si estaba despierto o dormido mientras hablaba con ella.
- Has vuelto a matar a un hombre inocente.
- Yo sólo lo dejé inconsciente.
- Pero gracias a ello, un muchacho sin ningún tipo de preparación militar ha matado a un soldado perfectamente preparado para combatir, y con ello ha ganado una batalla. ¿Te parece justo?
- Ha muerto un hombre pero se han salvado las vidas de todos los que hubiesen muerto en la batalla.
- ¿Crees de verdad que Saúl se hubiese enfrentado a una muerte segura? Yo estoy segura de que se habría rendido y no habría muerto nadie.
- Yo quería evitar que el pueblo de Israel fuese esclavizado por los filisteos.
- Pero ahora este joven inexperto querrá ser el rey, y si lo consigue, no creo que sus actuaciones vayan a ser muy beneficiosas para su pueblo.
Eloy quiso salir de dudas y avanzó cincuenta años para ver lo que había sucedido. Se enteró que David y Saúl habían sido enemigos, y que David se había convertido en un guerrero sanguinario, que había huido y se había puesto al servicio de los filisteos. El remordimiento de Eloy por haber ayudado a David, llegó al máximo cuando supo que durante ese tiempo, cada vez que David atacaba un poblado enemigo de los filisteos, saqueaba sus tierras y mataba a todos sus habitantes. Finalmente, supo que David llegó a ser rey de Israel y que fue un hombre caprichoso y sin escrúpulos que, a pesar de tener todas las mujeres que quería, propició la muerte de uno de sus generales para quitarle la esposa. Entonces Eloy, para intentar reparar las consecuencias de su actuación a favor de David, se apareció en secreto a Salomón, el hijo de David, que reinaba entonces, y le ayudó a ser un rey sabio y justo.
CÓMO SE HIZO LA NOVELA
LA HISTORIA DE ELOY
CAPÍTULO 11
María comentó a su padre:
- Me ha parecido una historia interesante, pero no veo por qué ha tenido Eloy que pasar por ese punto. ¿Por qué no ha viajado directamente al momento en que nace Jesús?
- Como ya te dije cuando hablamos de Josué, estamos haciendo que las paradas de Eloy coincidan con personajes de gran relieve en la historia Israel, y no cabe duda de que David es uno de ellos. Aparece por primera vez en el capítulo 16 del primer libro de Samuel, que desde ese momento se dedica a hablarnos de David, al que también está dedicado el segundo libro de Samuel. Por supuesto se habla de él en el libro de las Crónicas, desde el capítulo 10 hasta el 29, que es el último. Y se le cita en otras partes de la Biblia, pero en relación con Jesús, el evangelio de Mateo se inicia con la relación de antepasados de Jesús, y lo primero que se dice es: “Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham”. Y en el capítulo 21, donde se narra la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, el versículo 9 dice que la gente gritaba: “¡Hosanna al Hijo de David!” Creo que está justificado el que nosotros le dediquemos un capítulo, aunque no haya sido para alabarlo sino más bien para criticar su extrema violencia, pero es que todo lo que hemos dicho en este capítulo, salvo, claro está, la intervención de Eloy, está tomado de la Biblia. Si quieres comprobarlo puedes ir al libro primero de Samuel, donde en el capítulo 17, versículos 38 al 54 se narra el combate entre David y Goliat. Y en el capítulo 27, el versículo 9 comienza diciendo: “David saqueaba estas tierras, sin dejar con vida ni a hombres ni a mujeres”
Saltó esta vez Eloy hasta un punto de la historia que estaba unos mil años antes del nacimiento de Jesucristo. Reinaba en Israel el rey Saúl, que había sido escogido por el profeta Samuel y con su astucia y valor había dado a su pueblo grandes victorias sobre sus enemigos vecinos. Los israelitas no conocían aún la técnica para la fabricación de armas de hierro, y las pocas que tenían se las habían comprado a los filisteos, pueblo vecino de Israel que habitaba en la zona de Gaza y que ambicionaba dominar todo el territorio. Astutamente, los filisteos se habían mantenido al margen de la guerra, preparando un poderoso ejército con carros y armas de hierro. Cuando Saúl hubo dominado a todos sus vecinos, los filisteos le declararon la guerra a los israelitas. El profeta Samuel veía que Israel estaba abocado a la derrota y consideraba esta desgracia como un castigo de Dios a Saúl. Samuel buscó a un hombre que estuviese alejado de la corrupción, que suele ir aparejada al poder, y encontró un joven pastor llamado David al que ungió como nuevo líder de su pueblo. Esta unción no significaba un automático cambio de rey, sino el simple conocimiento por parte de David de que, si Samuel estaba en lo cierto, Dios lo había elegido para reinar sobre su pueblo, lo cual daba a David una gran esperanza y reforzaba enormemente su fe, pero nada más.
Saúl y su ejército salieron al encuentro de los filisteos, pero al llegar al campo de batalla y comprobar los medios con que contaba el enemigo, se dio cuenta de que tenía muy pocas posibilidades de vencer. Él sabía por experiencia, que Dios le había ayudado en otras ocasiones y también esperaba poder contar con su auxilio en esta ocasión. Se puso a rezar, y pronto vio el resultado de sus plegarias. Un emisario de los filisteos, llegó al campamento con la siguiente propuesta: El mejor hombre de los israelitas, lucharía contra el mejor de los filisteos, y si era capaz de vencerlo, estos se retirarían y los dejarían en paz, pero si vencía el filisteo, los israelitas se rendirían y pondrían su ejército a las órdenes de los filisteos. Era una propuesta bastante desigual, pero mayor aún era la desigualdad que había entre ambos ejércitos. Saúl no tuvo más remedio que aceptarla para evitar la masacre de su ejército. Además, un combate entre dos hombres elevaba notablemente sus posibilidades de victoria, tanto que Saúl no podía entender cómo el rey de los filisteos había podido sentirse tan generoso en un momento en el que él incluso estaba considerando la posibilidad de una rendición incondicional. Sólo podía entenderlo como un milagro de su Dios. Pero sus esperanzas se vinieron abajo cuando vio salir, de entre las filas del enemigo, a un enorme gigante, perfectamente armado y acorazado de forma que una flecha no pudiese alcanzarlo. El gigante, que se llamaba Goliat, insultó a los israelitas y, burlándose de ellos, los retó a que eligiesen al hombre que debía medir sus fuerzas contra él al amanecer del día siguiente. Ninguno quería enfrentarse a tan poderoso enemigo. David, que ni siquiera era soldado, estaba en el campamento porque había ido a llevarles provisiones, y pidió enfrentarse al gigante. Saúl le ofreció su propia espada y todos los demás elementos que pudieran servirle para su defensa, pero David quiso enfrentarse a Goliat sin armadura ni escudo, con la sola ayuda de su cayado, su honda y unas piedras. Era evidente que David confiaba plenamente en su Dios y daba por seguro que podía contar con su ayuda. De hecho así fue, porque Eloy, que estaba presenciando la situación, no estaba dispuesto a quedarse como mero espectador en aquel desigual combate. Volvieron a su mente las palabras de Carmen recordándole los riesgos de sus intervenciones en la historia, pero esta vez no tenía tiempo para meditar. Pensó que si, aprovechando el momento en que David lanzase una piedra con su honda, derribaba a Goliat con un disparo de su láser, que lo dejase inconsciente, sería suficiente para que diesen como vencedor a David.
Goliat se burlaba de David al verlo con su cayado y su honda, y le decía: “¿Soy yo acaso un perro para que vengas a mí con un palo?” A lo que David le respondió:
- Tú vienes a mí con espada, pero yo voy hacia ti en nombre del Dios de los ejércitos, que te entregará en mis manos.
Entonces lanzó una piedra con su honda. En ese momento Eloy disparó su rayo contra la frente de Goliat y lo derribó dejándolo sin sentido. Pensaba Eloy que con esto terminaría el combate, pero David tomó la espada de Goliat y le cortó con ella la cabeza.
Aquella noche Eloy soñó con Carmen, que le recriminaba su actuación a favor de David. Eloy pensaba que se estaba volviendo loco y que sufría alucinaciones, porque no estaba seguro de si estaba despierto o dormido mientras hablaba con ella.
- Has vuelto a matar a un hombre inocente.
- Yo sólo lo dejé inconsciente.
- Pero gracias a ello, un muchacho sin ningún tipo de preparación militar ha matado a un soldado perfectamente preparado para combatir, y con ello ha ganado una batalla. ¿Te parece justo?
- Ha muerto un hombre pero se han salvado las vidas de todos los que hubiesen muerto en la batalla.
- ¿Crees de verdad que Saúl se hubiese enfrentado a una muerte segura? Yo estoy segura de que se habría rendido y no habría muerto nadie.
- Yo quería evitar que el pueblo de Israel fuese esclavizado por los filisteos.
- Pero ahora este joven inexperto querrá ser el rey, y si lo consigue, no creo que sus actuaciones vayan a ser muy beneficiosas para su pueblo.
Eloy quiso salir de dudas y avanzó cincuenta años para ver lo que había sucedido. Se enteró que David y Saúl habían sido enemigos, y que David se había convertido en un guerrero sanguinario, que había huido y se había puesto al servicio de los filisteos. El remordimiento de Eloy por haber ayudado a David, llegó al máximo cuando supo que durante ese tiempo, cada vez que David atacaba un poblado enemigo de los filisteos, saqueaba sus tierras y mataba a todos sus habitantes. Finalmente, supo que David llegó a ser rey de Israel y que fue un hombre caprichoso y sin escrúpulos que, a pesar de tener todas las mujeres que quería, propició la muerte de uno de sus generales para quitarle la esposa. Entonces Eloy, para intentar reparar las consecuencias de su actuación a favor de David, se apareció en secreto a Salomón, el hijo de David, que reinaba entonces, y le ayudó a ser un rey sabio y justo.
CÓMO SE HIZO LA NOVELA
LA HISTORIA DE ELOY
CAPÍTULO 11
María comentó a su padre:
- Me ha parecido una historia interesante, pero no veo por qué ha tenido Eloy que pasar por ese punto. ¿Por qué no ha viajado directamente al momento en que nace Jesús?
- Como ya te dije cuando hablamos de Josué, estamos haciendo que las paradas de Eloy coincidan con personajes de gran relieve en la historia Israel, y no cabe duda de que David es uno de ellos. Aparece por primera vez en el capítulo 16 del primer libro de Samuel, que desde ese momento se dedica a hablarnos de David, al que también está dedicado el segundo libro de Samuel. Por supuesto se habla de él en el libro de las Crónicas, desde el capítulo 10 hasta el 29, que es el último. Y se le cita en otras partes de la Biblia, pero en relación con Jesús, el evangelio de Mateo se inicia con la relación de antepasados de Jesús, y lo primero que se dice es: “Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham”. Y en el capítulo 21, donde se narra la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, el versículo 9 dice que la gente gritaba: “¡Hosanna al Hijo de David!” Creo que está justificado el que nosotros le dediquemos un capítulo, aunque no haya sido para alabarlo sino más bien para criticar su extrema violencia, pero es que todo lo que hemos dicho en este capítulo, salvo, claro está, la intervención de Eloy, está tomado de la Biblia. Si quieres comprobarlo puedes ir al libro primero de Samuel, donde en el capítulo 17, versículos 38 al 54 se narra el combate entre David y Goliat. Y en el capítulo 27, el versículo 9 comienza diciendo: “David saqueaba estas tierras, sin dejar con vida ni a hombres ni a mujeres”
CAPÍTULO 10, ELOY Y JOSUÉ
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Tras abandonar a Moisés en el desierto, el pueblo de Israel inició la marcha hacia la tierra prometida, pero se encontraron con un obstáculo natural insalvable, el río Jordán. Era verano y el río no bajaba muy crecido, pero habían pasado cuarenta años desde que salieron de Egipto, y los israelitas, liderados por Josué, habían nacido en el desierto y, por lo tanto, no sabían nadar. Eloy decidió ayudarlos y voló con su nave río arriba, hasta encontrar una estrecha garganta. Disparó su rayo láser sobre las paredes de la garganta y consiguió derribar parte de ellas y taponarla. No era una presa muy alta pero iba a permitir retener las aguas el tiempo suficiente para que Josué pudiese cruzar el río con su pueblo.
Todos estaban convencidos de que Dios había intervenido para ayudarlos, secando las aguas del Jordán como antes había secado las del mar Rojo, y que iba a seguir haciéndolo. La primera ciudad que encontraron a su paso, fue la de Jericó. Josué envió dos espías para que le informasen sobre las posibilidades que tendrían en un ataque a la ciudad. Los espías se hospedaron en casa de una meretriz llamada Rajab. Uno de los clientes de Rajab avisó al rey de Jericó de la presencia de los espías. El rey, acompañado por varios hombres de su guardia, se presentó en la casa de Rajab y le dijo:
- Entrégame a los dos hombres que se alojan en tu casa, pues son espías de Israel.
Pero Rajab, que había sido informada, por aquellos hombres, de los prodigios que Dios había obrado a favor del pueblo de Israel, estaba convencida de que Dios iba a seguir ayudándolos y que, por lo tanto, Jericó sucumbiría ante ellos. Así que escondió a los espías en la azotea bajo unos haces de lino, y dijo al rey:
- Es cierto que dos extranjeros han llegado a mi casa, pero yo no sabía que eran nuestros enemigos. Ya no están aquí, se marcharon poco antes del anochecer, cuando vieron que se iban a cerrar las puertas de la ciudad. Daos prisa en perseguirlos y seguramente los alcanzaréis.
El rey registró la casa pero no pudo encontrarlos, y entonces mandó varios hombres en su persecución.
Cuando el rey se fue, Rajab subió a la azotea y dijo a los espías:
- Sé que vuestro Dios os ayudará a conquistar Jericó y os voy a ayudar a escapar, pero a cambio quiero que me prometáis que respetaréis mi vida y la de mis padres y hermanos.
- Cuando entremos en la ciudad, enciérrate en tu casa con todos los tuyos y cuelga de la ventana un cordón escarlata. Esa será la señal para que mi pueblo os respete.
La casa de Rajab estaba adosada a la muralla y ella los ayudó a descolgarse con una cuerda. Pero los espías no estaban tan convencidos como Rajab de que fuesen a alcanzar la victoria, y cuando llegaron al campamento de Josué, le informaron de las robustas murallas y de lo bien armados que estaban sus hombres. Ante esta situación, Josué decidió no atacar a la ciudad y convencer a sus habitantes de que sólo estaban allí de paso.
Aunque los israelitas iban armados para poder repeler una posible agresión, no avanzaron hacia Jericó en formación de combare, sino como una pacífica columna que pretendía acampar en sus proximidades y conseguir la ayuda necesaria para continuar el camino. Pero los habitantes de Jericó no se fiaban de Josué y cerraron todas las puertas de la ciudad, que estaba fuertemente amurallada, y recibieron con una lluvia de flechas al grupo que Josué había mandado para parlamentar.
Josué podría haber seguido hacia la próxima ciudad, pero se exponía a un ataque por dos flancos cuando estuviese entre ambas ciudades.
Eloy decidió ayudarlos y dijo a Josué:
- Que un grupo de tus hombres, provistos de cuernos de caza y trompetas, dé siete vueltas a la ciudad portando el Arca de la Alianza y haciendo sonar sus instrumentos.
Cuando se completó la séptima vuelta, Eloy, que ocultaba su nave tras una nube, usó sus armas para atacar la torre que defendía la entrada principal de la ciudad. Había prometido no matar a nadie ni tampoco salvar ninguna vida, y por supuesto había faltado a su promesa en lo relativo a la segunda parte, pero aunque sabía que muchos habían muerto tras sus intervenciones, nunca había causado directamente la muerte de un ser humano y no estaba dispuesto a hacerlo, así que lanzó un rayo de luz sobre las almenas y luego fue incrementando la potencia a medida que iba haciéndolo descender por la torre, de forma que todos los que estaban sobre ella creyeron que se trataba de un terremoto y la abandonaron pensando que se iba a caer. Entonces Eloy aplicó la máxima potencia a sus armas ocasionando el derrumbe de la torre de una forma que a todos pareció milagrosa.
A la vista de tal prodigio, los habitantes de Jericó se rindieron a Josué y le propusieron proporcionarle todo lo necesario para continuar su marcha. Pero Josué, no podía avanzar dejando un enemigo a sus espaldas y, temiendo que fueran a atacarlo, declaró anatema contar ellos. Es decir que había que exterminarlos a todos y a todas sus pertenencias, excepto el oro la plata y otros metales, que pasarían al tesoro de Israel. Entró a saco en la ciudad y sólo respetó la vida de Rajab y sus familiares.
Eloy no pudo entender aquel comportamiento tan cruel, y decidió marcharse y no volverlos a ayudar, pero había gastado tanta energía parando al río Jordán y abriendo la brecha en la muralla de Jericó, que no le quedó más remedio que seguir con ellos hasta conseguir recargar de energía a su nave.
Los pobladores de las distintas ciudades de aquella región, enterados de que Josué poseía un arma capaz de derribar las murallas, decidieron unirse para superar en tres o cuatro veces su número de hombres y darle la batalla en campo abierto.
Cuando Josué se dio cuenta de que un gran ejército, al que no iba a poder vencer, lo estaba persiguiendo, ordenó a sus hombres que acampasen en la parte alta de la ladera este de una montaña cercana a la ciudad de Gabaón. De esa forma contaría con la ventaja de luchar contra un enemigo que llegaría al punto de combate cansado por la subida.
A la mañana siguiente Josué y su pueblo pudieron contemplar, aterrados, el enorme ejército que había acampado al pie de la montaña y estaba dispuesto para subir y aniquilarlos. Porque la ventaja numérica era aún mayor de la que habían supuesto cuando el día anterior divisaron la nube de polvo que levantaban a su paso.
Grandes nubarrones cubrían completamente el campo de batalla, pero al fondo, en el horizonte, el Sol apareció dejándose ver entre la tierra y las nubes, iluminando toda la escena con una luz misteriosa. Muchos israelitas pensaron que esa sería la última vez que verían salir el Sol, porque aunque su posición en el campo de batalla era ventajosa, en modo alguno podía compensar la gran diferencia numérica que jugaba a favor del enemigo.
Eloy estaba parado en la cima de la montaña. La energía de su nave no estaba completamente recargada, pero sus armas, aunque no tuviesen la potencia necesaria para derribar una muralla, si que eran ya capaces de abatir a cualquier ser humano. Contemplaba la situación y recordaba, una vez más, lo que le había prometido a Carmen en el momento de su despedida: “No debes matar a nadie ni tampoco salvar la vida de alguien, porque eso podría afectar de forma incontrolada a nuestro tiempo”. Evidentemente Eloy había incumplido su promesa en varias ocasiones, porque había salvado la vida de muchos israelitas, y aunque de una forma indirecta, también había contribuido a la muerte de muchos soldados egipcios, que se ahogaron en el mar Rojo. Pero ahora, si quería ayudar a Josué y a su pueblo, tendría que matar con sus armas y de una forma directa a los hombres que iban a subir por la ladera de la montaña, y no sólo iba a pesar sobre su conciencia el incumplimiento de una promesa, y la responsabilidad que sus actos iban a tener en los acontecimientos futuros. Ahora tenía que matar a unos hombres que estaban luchando por una causa justa, ya que trataban de defender su tierra contra unos invasores.
Para evitar el derramamiento de sangre, pensó que podría convencer a Josué para que se rindiese, pero desistió de ello al ver la respuesta que éste daba a algunos de los suyos que estaban proponiéndole lo mismo.
- El Señor nos ayudó a salir de Egipto. Muchos de vosotros no habíais nacido cuando se abrieron las aguas del mar Rojo para que pasásemos y luego se cerraron ahogando a nuestros enemigos, pero todos visteis secarse el río Jordán, para que entrásemos en la tierra prometida. Muchas veces el Señor nos ayudó en el desierto y como más reciente acto de ayuda divina, habéis podido presenciar el derrumbamiento de las murallas de Jericó. ¿Por qué pensáis que nos va a dejar abandonados en esta ocasión?
El Sol, al elevarse en el cielo, se había ocultado entre la espesa capa de nubes que impedía el paso de la luz hacia el campo de batalla, lo que hizo que el enemigo esperase a un momento más propicio para el ataque.
La espera era angustiosa y el retraso de la batalla no hacía más que aumentar la tensión, hasta el punto de que algunos pensaron que esa masa de nubes iba a ser también una barrera para los ojos de Dios, y que no podría ayudarlos desde el cielo. Pasado el mediodía, unos tenues rayos de Sol consiguieron atravesar las nubes e iluminar el campo de batalla, con lo que el enemigo decidió atacar, iniciando el avance hacia la ladera de la montaña. La conciencia de Eloy se debatía entre dos posiciones antagónicas sin poder encontrar una salida que no le repugnase. Los egipcios, que murieron ahogados, habían esclavizado a los israelitas, pero estos hombres a los que Eloy tendría que matar, estaban luchando por una causa justa. Por fin decidió que su postura no debía ser la de un juez que tiene que dar la razón a una de las dos partes en litigio, sino la de alguien que tiene que defender a los suyos, con los que se siente unido en el destino, y que por lo tanto va a actuar en defensa propia.
De repente un elemento inesperado apareció en la escena. Grandes relámpagos iluminaron el cielo y el atronador estruendo de la tormenta retumbó en los oídos de todos, como si en el cielo se librase una gran batalla entre ángeles y demonios, y los tambores arengasen a ambos contendientes para que empleasen toda su fuerza en el combate. Cuando el enemigo se encontraba a menos de cien metros de Josué, una tremenda granizada empezó caer sobre las tropas que subían. Los granizos eran como piedras que lapidaron al ejército enemigo que, desorganizado, bajaba por la ladera de la montaña viendo como caían sus hombres golpeados por un látigo de hielo que los azotaba desde el cielo, flagelándolos sin piedad.
La tormenta empezó a ceder, y Josué que estaba seguro de que la voluntad de Dios era aniquilar al enemigo, ordenó a sus hombres que se preparasen para perseguir a los supervivientes y no darles la oportunidad de reorganizarse. El Sol, que estaba a la espalda de los israelitas iluminando su objetivo, empezó a ocultarse tras la cima de la montaña. Josué, que veía esfumarse la oportunidad de rematar al enemigo, se hincó de rodillas, y colocando los brazos en cruz, pidió a Dios que parase el movimiento del Sol para poder acabar con sus enemigos. Todos conocían los prodigios que Dios había obrado a favor de Josué, pero esta vez estaban convencidos de que estaba pidiendo demasiado y que sus oraciones iban a ser inútiles. Eloy era aún más incrédulo, porque sabía que lo que Josué estaba pidiendo era que la Tierra dejase de girar y si eso pasase las aguas de los océanos hubiesen continuado moviéndose por la inercia y hubiesen arrasado toda la tierra firme. El Sol, se había ocultado tras la montaña y Eloy podría haber elevado su nave sobre el campo de batalla, para iluminarlo con sus potentes focos y así permitir a los israelitas dar caza a sus enemigos. Pero no fue capaz de elevarse. Los fuertes campos eléctricos a los que se vio sometida la nave durante la tormenta, habían averiado sus controles.
Esta vez no podría mover un dedo por ayudar a Josué. En el fondo, Eloy estaba contento por no poder ayudar a Josué después de haber visto el comportamiento tan cruel que había tenido con los habitantes de Jericó. Sin embargo ocurrió el milagro. El Sol, que se había ocultado tras la montaña, iluminó a las nubes y éstas reflejaron la luz sobre el campo de batalla, con lo que los israelitas dieron caza a sus enemigos y no dejaron un solo hombre con vida.
Eloy se convenció, de que Josué ya no necesitaba más ayuda, y se dispuso para dar otro salto en el tiempo.
CÓMO SE HIZO LA NOVELA
LA HISTORIA DE ELOY
CAPÍTULO 10
María comentó a su padre:
- Hemos hablado de Abraham, que es el padre de todos ellos, de Jacob, al que deben su nombre los israelitas, de José, que los llevó a Egipto, y de Moisés, que los sacó de la esclavitud y les dio la ley, pero ¿por qué Josué?¿Por qué tenemos que introducir la historia de Josué en nuestra novela?
- Porque supone un hito importante entre las personas que preceden a Jesús, ya que él colocó a los hebreos en la Tierra Prometida, que es donde Jesús nació.
- Pero para ello empleó la violencia y fue tremendamente cruel con sus enemigos.
- Verás, la Biblia se comenzó a escribir mucho después de que Josué viviese, entre 800 y 1000 años antes de Jesús, pero el libro de Josué está situado detrás del Deuteronomio y en éste se fija, por ley, lo que hay que hacer con los enemigos, en el capítulo 20 versículos10 al 20, y allí se dice que deberán matar a todos los varones, pero que en las ciudades de la Tierra Prometida “no dejarás con vida a ningún ser animado; sino que darás al anatema a esos pueblos”. Por lo tanto Josué se limita a cumplir la ley.
- ¿Qué significa la palabra “anatema”?
- Es una palabra que viene del griego y del latín y en esos idiomas significaba “ofrenda a Dios”, y es la traducción que se dio a la palabra hebrea “herem” que significa “partir”, pero no en el sentido de “marcharse” sino en el de “romper”.
- ¿Pero, qué significa en castellano?
- Significa “excomunión” o simplemente “maldición”, pero en el Antiguo Testamento significa “condena al exterminio de cualquier persona o cosa afectada por la maldición atribuida a Dios”
- De todas formas me parece que te has inventado demasiadas fantasías.
- Todo lo que hemos narrado esta tomado del libro de Josué: En el capítulo 2 habla de los espías y de sus peripecias con Rajab, la prostituta. En el 3 del paso del Jordán. En el 6 de la toma de Jericó, por cierto de una forma más fantasiosa que la nuestra, ya que se derriban todas las murallas de la ciudad. En el 7 de la violación del anatema, que conlleva la derrota de Israel, lo que justifica el afán de Josué por el cumplimiento estricto de la ley. Y en el 10 la victoria sobre los cinco reyes amorreos y el momento en que Josué para el Sol, versículos 12 al 14, que es el único momento en que Dios ha obedecido a la voz de un hombre, lo que da idea de la importancia de Josué y justifica el que lo hayamos puesto en nuestra novela.
- ¿Crees tú que Dios obedeció a Josué?
- Por supuesto que no. Para detener al Sol en el cielo habría que parar la rotación de la Tierra, y si esto se llegase a producir, por ejemplo por el impacto de un gigantesco meteorito, el agua de los océanos seguiría girando debido a la inercia, y esto haría que se inundase toda la tierra firme. Pero me gusta encontrar soluciones sencillas para los grandes misterios, y por eso he evitado la solución de iluminar el campo de batalla con las luces de la nave de Eloy, porque los viajes al pasado sólo son posibles en la ficción, y se supone que la Biblia está narrando algo que pasó en la realidad.
Tras abandonar a Moisés en el desierto, el pueblo de Israel inició la marcha hacia la tierra prometida, pero se encontraron con un obstáculo natural insalvable, el río Jordán. Era verano y el río no bajaba muy crecido, pero habían pasado cuarenta años desde que salieron de Egipto, y los israelitas, liderados por Josué, habían nacido en el desierto y, por lo tanto, no sabían nadar. Eloy decidió ayudarlos y voló con su nave río arriba, hasta encontrar una estrecha garganta. Disparó su rayo láser sobre las paredes de la garganta y consiguió derribar parte de ellas y taponarla. No era una presa muy alta pero iba a permitir retener las aguas el tiempo suficiente para que Josué pudiese cruzar el río con su pueblo.
Todos estaban convencidos de que Dios había intervenido para ayudarlos, secando las aguas del Jordán como antes había secado las del mar Rojo, y que iba a seguir haciéndolo. La primera ciudad que encontraron a su paso, fue la de Jericó. Josué envió dos espías para que le informasen sobre las posibilidades que tendrían en un ataque a la ciudad. Los espías se hospedaron en casa de una meretriz llamada Rajab. Uno de los clientes de Rajab avisó al rey de Jericó de la presencia de los espías. El rey, acompañado por varios hombres de su guardia, se presentó en la casa de Rajab y le dijo:
- Entrégame a los dos hombres que se alojan en tu casa, pues son espías de Israel.
Pero Rajab, que había sido informada, por aquellos hombres, de los prodigios que Dios había obrado a favor del pueblo de Israel, estaba convencida de que Dios iba a seguir ayudándolos y que, por lo tanto, Jericó sucumbiría ante ellos. Así que escondió a los espías en la azotea bajo unos haces de lino, y dijo al rey:
- Es cierto que dos extranjeros han llegado a mi casa, pero yo no sabía que eran nuestros enemigos. Ya no están aquí, se marcharon poco antes del anochecer, cuando vieron que se iban a cerrar las puertas de la ciudad. Daos prisa en perseguirlos y seguramente los alcanzaréis.
El rey registró la casa pero no pudo encontrarlos, y entonces mandó varios hombres en su persecución.
Cuando el rey se fue, Rajab subió a la azotea y dijo a los espías:
- Sé que vuestro Dios os ayudará a conquistar Jericó y os voy a ayudar a escapar, pero a cambio quiero que me prometáis que respetaréis mi vida y la de mis padres y hermanos.
- Cuando entremos en la ciudad, enciérrate en tu casa con todos los tuyos y cuelga de la ventana un cordón escarlata. Esa será la señal para que mi pueblo os respete.
La casa de Rajab estaba adosada a la muralla y ella los ayudó a descolgarse con una cuerda. Pero los espías no estaban tan convencidos como Rajab de que fuesen a alcanzar la victoria, y cuando llegaron al campamento de Josué, le informaron de las robustas murallas y de lo bien armados que estaban sus hombres. Ante esta situación, Josué decidió no atacar a la ciudad y convencer a sus habitantes de que sólo estaban allí de paso.
Aunque los israelitas iban armados para poder repeler una posible agresión, no avanzaron hacia Jericó en formación de combare, sino como una pacífica columna que pretendía acampar en sus proximidades y conseguir la ayuda necesaria para continuar el camino. Pero los habitantes de Jericó no se fiaban de Josué y cerraron todas las puertas de la ciudad, que estaba fuertemente amurallada, y recibieron con una lluvia de flechas al grupo que Josué había mandado para parlamentar.
Josué podría haber seguido hacia la próxima ciudad, pero se exponía a un ataque por dos flancos cuando estuviese entre ambas ciudades.
Eloy decidió ayudarlos y dijo a Josué:
- Que un grupo de tus hombres, provistos de cuernos de caza y trompetas, dé siete vueltas a la ciudad portando el Arca de la Alianza y haciendo sonar sus instrumentos.
Cuando se completó la séptima vuelta, Eloy, que ocultaba su nave tras una nube, usó sus armas para atacar la torre que defendía la entrada principal de la ciudad. Había prometido no matar a nadie ni tampoco salvar ninguna vida, y por supuesto había faltado a su promesa en lo relativo a la segunda parte, pero aunque sabía que muchos habían muerto tras sus intervenciones, nunca había causado directamente la muerte de un ser humano y no estaba dispuesto a hacerlo, así que lanzó un rayo de luz sobre las almenas y luego fue incrementando la potencia a medida que iba haciéndolo descender por la torre, de forma que todos los que estaban sobre ella creyeron que se trataba de un terremoto y la abandonaron pensando que se iba a caer. Entonces Eloy aplicó la máxima potencia a sus armas ocasionando el derrumbe de la torre de una forma que a todos pareció milagrosa.
A la vista de tal prodigio, los habitantes de Jericó se rindieron a Josué y le propusieron proporcionarle todo lo necesario para continuar su marcha. Pero Josué, no podía avanzar dejando un enemigo a sus espaldas y, temiendo que fueran a atacarlo, declaró anatema contar ellos. Es decir que había que exterminarlos a todos y a todas sus pertenencias, excepto el oro la plata y otros metales, que pasarían al tesoro de Israel. Entró a saco en la ciudad y sólo respetó la vida de Rajab y sus familiares.
Eloy no pudo entender aquel comportamiento tan cruel, y decidió marcharse y no volverlos a ayudar, pero había gastado tanta energía parando al río Jordán y abriendo la brecha en la muralla de Jericó, que no le quedó más remedio que seguir con ellos hasta conseguir recargar de energía a su nave.
Los pobladores de las distintas ciudades de aquella región, enterados de que Josué poseía un arma capaz de derribar las murallas, decidieron unirse para superar en tres o cuatro veces su número de hombres y darle la batalla en campo abierto.
Cuando Josué se dio cuenta de que un gran ejército, al que no iba a poder vencer, lo estaba persiguiendo, ordenó a sus hombres que acampasen en la parte alta de la ladera este de una montaña cercana a la ciudad de Gabaón. De esa forma contaría con la ventaja de luchar contra un enemigo que llegaría al punto de combate cansado por la subida.
A la mañana siguiente Josué y su pueblo pudieron contemplar, aterrados, el enorme ejército que había acampado al pie de la montaña y estaba dispuesto para subir y aniquilarlos. Porque la ventaja numérica era aún mayor de la que habían supuesto cuando el día anterior divisaron la nube de polvo que levantaban a su paso.
Grandes nubarrones cubrían completamente el campo de batalla, pero al fondo, en el horizonte, el Sol apareció dejándose ver entre la tierra y las nubes, iluminando toda la escena con una luz misteriosa. Muchos israelitas pensaron que esa sería la última vez que verían salir el Sol, porque aunque su posición en el campo de batalla era ventajosa, en modo alguno podía compensar la gran diferencia numérica que jugaba a favor del enemigo.
Eloy estaba parado en la cima de la montaña. La energía de su nave no estaba completamente recargada, pero sus armas, aunque no tuviesen la potencia necesaria para derribar una muralla, si que eran ya capaces de abatir a cualquier ser humano. Contemplaba la situación y recordaba, una vez más, lo que le había prometido a Carmen en el momento de su despedida: “No debes matar a nadie ni tampoco salvar la vida de alguien, porque eso podría afectar de forma incontrolada a nuestro tiempo”. Evidentemente Eloy había incumplido su promesa en varias ocasiones, porque había salvado la vida de muchos israelitas, y aunque de una forma indirecta, también había contribuido a la muerte de muchos soldados egipcios, que se ahogaron en el mar Rojo. Pero ahora, si quería ayudar a Josué y a su pueblo, tendría que matar con sus armas y de una forma directa a los hombres que iban a subir por la ladera de la montaña, y no sólo iba a pesar sobre su conciencia el incumplimiento de una promesa, y la responsabilidad que sus actos iban a tener en los acontecimientos futuros. Ahora tenía que matar a unos hombres que estaban luchando por una causa justa, ya que trataban de defender su tierra contra unos invasores.
Para evitar el derramamiento de sangre, pensó que podría convencer a Josué para que se rindiese, pero desistió de ello al ver la respuesta que éste daba a algunos de los suyos que estaban proponiéndole lo mismo.
- El Señor nos ayudó a salir de Egipto. Muchos de vosotros no habíais nacido cuando se abrieron las aguas del mar Rojo para que pasásemos y luego se cerraron ahogando a nuestros enemigos, pero todos visteis secarse el río Jordán, para que entrásemos en la tierra prometida. Muchas veces el Señor nos ayudó en el desierto y como más reciente acto de ayuda divina, habéis podido presenciar el derrumbamiento de las murallas de Jericó. ¿Por qué pensáis que nos va a dejar abandonados en esta ocasión?
El Sol, al elevarse en el cielo, se había ocultado entre la espesa capa de nubes que impedía el paso de la luz hacia el campo de batalla, lo que hizo que el enemigo esperase a un momento más propicio para el ataque.
La espera era angustiosa y el retraso de la batalla no hacía más que aumentar la tensión, hasta el punto de que algunos pensaron que esa masa de nubes iba a ser también una barrera para los ojos de Dios, y que no podría ayudarlos desde el cielo. Pasado el mediodía, unos tenues rayos de Sol consiguieron atravesar las nubes e iluminar el campo de batalla, con lo que el enemigo decidió atacar, iniciando el avance hacia la ladera de la montaña. La conciencia de Eloy se debatía entre dos posiciones antagónicas sin poder encontrar una salida que no le repugnase. Los egipcios, que murieron ahogados, habían esclavizado a los israelitas, pero estos hombres a los que Eloy tendría que matar, estaban luchando por una causa justa. Por fin decidió que su postura no debía ser la de un juez que tiene que dar la razón a una de las dos partes en litigio, sino la de alguien que tiene que defender a los suyos, con los que se siente unido en el destino, y que por lo tanto va a actuar en defensa propia.
De repente un elemento inesperado apareció en la escena. Grandes relámpagos iluminaron el cielo y el atronador estruendo de la tormenta retumbó en los oídos de todos, como si en el cielo se librase una gran batalla entre ángeles y demonios, y los tambores arengasen a ambos contendientes para que empleasen toda su fuerza en el combate. Cuando el enemigo se encontraba a menos de cien metros de Josué, una tremenda granizada empezó caer sobre las tropas que subían. Los granizos eran como piedras que lapidaron al ejército enemigo que, desorganizado, bajaba por la ladera de la montaña viendo como caían sus hombres golpeados por un látigo de hielo que los azotaba desde el cielo, flagelándolos sin piedad.
La tormenta empezó a ceder, y Josué que estaba seguro de que la voluntad de Dios era aniquilar al enemigo, ordenó a sus hombres que se preparasen para perseguir a los supervivientes y no darles la oportunidad de reorganizarse. El Sol, que estaba a la espalda de los israelitas iluminando su objetivo, empezó a ocultarse tras la cima de la montaña. Josué, que veía esfumarse la oportunidad de rematar al enemigo, se hincó de rodillas, y colocando los brazos en cruz, pidió a Dios que parase el movimiento del Sol para poder acabar con sus enemigos. Todos conocían los prodigios que Dios había obrado a favor de Josué, pero esta vez estaban convencidos de que estaba pidiendo demasiado y que sus oraciones iban a ser inútiles. Eloy era aún más incrédulo, porque sabía que lo que Josué estaba pidiendo era que la Tierra dejase de girar y si eso pasase las aguas de los océanos hubiesen continuado moviéndose por la inercia y hubiesen arrasado toda la tierra firme. El Sol, se había ocultado tras la montaña y Eloy podría haber elevado su nave sobre el campo de batalla, para iluminarlo con sus potentes focos y así permitir a los israelitas dar caza a sus enemigos. Pero no fue capaz de elevarse. Los fuertes campos eléctricos a los que se vio sometida la nave durante la tormenta, habían averiado sus controles.
Esta vez no podría mover un dedo por ayudar a Josué. En el fondo, Eloy estaba contento por no poder ayudar a Josué después de haber visto el comportamiento tan cruel que había tenido con los habitantes de Jericó. Sin embargo ocurrió el milagro. El Sol, que se había ocultado tras la montaña, iluminó a las nubes y éstas reflejaron la luz sobre el campo de batalla, con lo que los israelitas dieron caza a sus enemigos y no dejaron un solo hombre con vida.
Eloy se convenció, de que Josué ya no necesitaba más ayuda, y se dispuso para dar otro salto en el tiempo.
CÓMO SE HIZO LA NOVELA
LA HISTORIA DE ELOY
CAPÍTULO 10
María comentó a su padre:
- Hemos hablado de Abraham, que es el padre de todos ellos, de Jacob, al que deben su nombre los israelitas, de José, que los llevó a Egipto, y de Moisés, que los sacó de la esclavitud y les dio la ley, pero ¿por qué Josué?¿Por qué tenemos que introducir la historia de Josué en nuestra novela?
- Porque supone un hito importante entre las personas que preceden a Jesús, ya que él colocó a los hebreos en la Tierra Prometida, que es donde Jesús nació.
- Pero para ello empleó la violencia y fue tremendamente cruel con sus enemigos.
- Verás, la Biblia se comenzó a escribir mucho después de que Josué viviese, entre 800 y 1000 años antes de Jesús, pero el libro de Josué está situado detrás del Deuteronomio y en éste se fija, por ley, lo que hay que hacer con los enemigos, en el capítulo 20 versículos10 al 20, y allí se dice que deberán matar a todos los varones, pero que en las ciudades de la Tierra Prometida “no dejarás con vida a ningún ser animado; sino que darás al anatema a esos pueblos”. Por lo tanto Josué se limita a cumplir la ley.
- ¿Qué significa la palabra “anatema”?
- Es una palabra que viene del griego y del latín y en esos idiomas significaba “ofrenda a Dios”, y es la traducción que se dio a la palabra hebrea “herem” que significa “partir”, pero no en el sentido de “marcharse” sino en el de “romper”.
- ¿Pero, qué significa en castellano?
- Significa “excomunión” o simplemente “maldición”, pero en el Antiguo Testamento significa “condena al exterminio de cualquier persona o cosa afectada por la maldición atribuida a Dios”
- De todas formas me parece que te has inventado demasiadas fantasías.
- Todo lo que hemos narrado esta tomado del libro de Josué: En el capítulo 2 habla de los espías y de sus peripecias con Rajab, la prostituta. En el 3 del paso del Jordán. En el 6 de la toma de Jericó, por cierto de una forma más fantasiosa que la nuestra, ya que se derriban todas las murallas de la ciudad. En el 7 de la violación del anatema, que conlleva la derrota de Israel, lo que justifica el afán de Josué por el cumplimiento estricto de la ley. Y en el 10 la victoria sobre los cinco reyes amorreos y el momento en que Josué para el Sol, versículos 12 al 14, que es el único momento en que Dios ha obedecido a la voz de un hombre, lo que da idea de la importancia de Josué y justifica el que lo hayamos puesto en nuestra novela.
- ¿Crees tú que Dios obedeció a Josué?
- Por supuesto que no. Para detener al Sol en el cielo habría que parar la rotación de la Tierra, y si esto se llegase a producir, por ejemplo por el impacto de un gigantesco meteorito, el agua de los océanos seguiría girando debido a la inercia, y esto haría que se inundase toda la tierra firme. Pero me gusta encontrar soluciones sencillas para los grandes misterios, y por eso he evitado la solución de iluminar el campo de batalla con las luces de la nave de Eloy, porque los viajes al pasado sólo son posibles en la ficción, y se supone que la Biblia está narrando algo que pasó en la realidad.
jueves, 25 de noviembre de 2010
CAPÍTULO 9, MOISÉS EN EL DESIERTO
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CAPÍTULO 9
MOISÉS EN EL DESIERTO
Eloy, que había abandonado al pueblo hebreo tras el cruce del mar Rojo, viajó cuarenta años hacia el futuro y se detuvo para ver en qué situación se encontraba Moisés. Al ver que seguían vagando por el desierto del Sinaí, decidió ayudarlos para que pudiesen asentarse en la tierra prometida.
Después de haber visto los prodigios obrados por Dios para ayudarlos, el pueblo de Israel esperaba llegar sin problemas a la tierra prometida. Era una tierra fértil, con abundantes riquezas, y todos esperaban poder instalarse allí cómodamente. Pero la realidad no iba a coincidir con sus sueños. Las tierras que bordeaban el desierto ya estaban pobladas, y sus habitantes no estaban dispuestos a ceder su sitio a nadie. Durante muchos años estuvieron vagando por el desierto hasta que llegaron a la conclusión de que la única forma de conseguir la tierra prometida iba a ser arrebatándosela a sus actuales moradores. Empezaron a prepararse para la guerra. Moisés, que no estaba de acuerdo con esa solución, dio a su pueblo una serie de normas de conducta, que siempre deberían respetar. Eran los Diez Mandamientos, entre los cuales se encontraban el no matarás y el no robarás, que evidentemente se oponían a la conquista, por las armas, de la tierras ya habitadas. Podrían haberse dividido en grupos pequeños capaces de integrarse en las distintas poblaciones, pero esto hubiese supuesto la desintegración del pueblo hebreo.
Moisés esperaba que Dios se le apareciese o le mandase un ángel para darle la solución de aquel problema, y Eloy, una vez más, iba a ser, para Moisés, el ángel que su Dios le enviaba. O mejor, el ángel que se enviaba al pueblo hebreo. Porque Eloy estaba notando que Moisés se estaba convirtiendo en un obstáculo para los objetivos de Israel.
Una mañana, en un cielo absolutamente azul, vieron aparecer una nube solitaria, que se acercaba hacia ellos. Cuando la nube, que ocultaba a la nave de Eloy, estuvo sobre su vertical del lugar donde estaba Moisés, se detuvo e hizo que su imagen, que fue tomada por todos como la de un ángel, descendiera lentamente desde la nube hasta el suelo para decirle:
- Ha llegado la hora de que abandonéis el desierto. Cruzad las tierras habitadas, porque más allá encontraréis otras tierras fértiles, disponibles para ser ocupadas por vosotros.
Moisés se adelantó y habló al ángel.
- Ya hemos enviado emisarios para pedir que nos dejasen pasar, pero nunca nos han creído, y nos advirtieron de que nos matarían si poníamos los pies en sus tierras.
- ¿Por qué has dudado de la palabra de Dios? Ya no mereces conducir a tu pueblo hasta la tierra prometida, y morirás sin verla.
Al oír esto, algunos empezaron a gritar el nombre de Josué, un hombre fuerte e inteligente, que en más de una ocasión se había pronunciado a favor de luchar para conseguir la tierra prometida, y al momento todos lo aclamaban.
Moisés se retiró, apesadumbrado, y subió a una pequeña colina para meditar. Allí se le apareció el ángel y le dijo:
- No tengas miedo por tu pueblo, porque Dios lo ayudará.
Pero Moisés le respondió:
- Tú no eres un ángel de mi Dios, y por lo tanto no puedes saber lo que Él hará. Ni siquiera sabes lo que yo ya he hecho. Si de verdad fueses un ángel, sabrías quién soy yo y que ya he estado en la tierra prometida.
Eloy quedó perplejo ante las palabras de Moisés, pero quería ayudar al pueblo del que sabía que nacería Jesús. Después de meditarlo durante unos segundos, le dijo:
- Tienes razón al decir que no soy un ángel de tu Dios, pero te aseguro que quiero ayudar a tu pueblo y creo que será mejor que tengamos confianza para poder unir nuestras fuerzas y luchar por un mismo objetivo. Empezaré por decirte la verdad sobre mí, pero antes acércate para darme la mano.
Moisés se acercó para estrechar la mano de Eloy, pero cundo intentó hacerlo, se dio cuenta de que aquello con lo que estaba hablando, no era más que una imagen, carente de materia.
Moisés se recostó, y ante la mirada atónita de Eloy, apareció la imagen de un niño de once años, y le contó que aunque, en ese momento, estaba habitando en el cuerpo de Moisés, su verdadero nombre era Melchor y que su cuerpo estaba atrapado por el hielo y que él vagaba por el mundo desde hacía mucho tiempo. Al ver la imagen de aquel niño y oír sus palabras, Eloy se desmayó y cayó al suelo, y cuando se despertó le contó su historia.
- Yo no soy un espíritu, la imagen que ves es la de mi propio cuerpo, que está en el interior de una nave, que se oculta tras esa nube, y por procedimientos técnicos, que no voy a explicarte porque no podrías entenderme, mi imagen se proyecta sobre el lugar que yo quiera. Mi cuerpo está vivo dentro de esta nave que puede volar y lanzar fuego sobre mis enemigos, pero lo más importante es que, con ella, puedo viajar en el tiempo. La construí en el futuro y viajé durante miles de generaciones hasta llegar al momento en que vivía Abraham. Fui su amigo, aunque él siempre me consideró como un ángel. Salvé la vida de Isaac y de José y fui yo quien te habló, desde la zarza que ardía sin consumirse, y quien te ayudó a sacar de Egipto al pueblo de Israel, al que seguiré ayudando porque sé que de su estirpe nacerá, algún día, alguien que influirá decisivamente en mi vida, cuando yo vuelva al futuro. Ahora estoy intentando regresar al futuro, pero me he detenido aquí para ayudaros.
Melchor le dijo a Eloy:
- Me gustaría conocer a ese ser tan importante, ¿podrías decirme cuándo y dónde nacerá?
- Cuando un imperio llamado Roma se apodere de la tierra prometida. En ese tiempo, una de las vírgenes del Templo, llamada María, se desposará con un carpintero llamado José y de ella nacerá ese ser tan importante. Entonces vendré con mi nave.
- ¿Cómo podría reconocerte?
- Aparecerá en el cielo una luz más brillante que las estrellas. Síguela y ella te llevará hasta el niño.
Moisés, con su esposa e hijos, abandonaron al pueblo hebreo, que bajo el mandato de Josué, cruzó el río Jordán para adentrarse en la tierra prometida.
CÓMO SE HIZO LA NOVELA
LA HISTORIA DE ELOY
CAPÍTULO 9
María preguntó a su padre.
- ¿Por qué Eloy viaja cuarenta años hacia el futuro? ¿Por qué no cien o veinte?
- Cuarenta años es el tiempo que se estima que estuvieron vagando por el desierto.
- ¿Se trata de un dato citado en la Biblia? -preguntó María.
- Ya te he dicho que no he leído toda la Biblia, y aunque así fuese no podría recordarla de memoria, pero los cuarenta años de vagar por el desierto es un dato común en casi todos los textos que hablan del éxodo, porque Dios castigó a la generación que salió de Egipto, a morir sin ver la tierra prometida, aunque ese castigo no afectaba a los que en aquel momento eran unos niños, como Josué del que hablaremos en próximos capítulos. Cuarenta años podría ser la esperanza de vida de un hombre de aquella época. En todo caso cuarenta es una palabra que significa mucho, aún hoy existe la palabra cuarentena para expresar el periodo de tiempo necesario para evitar el contagio de una enfermedad, aunque dicho periodo no tiene que ser necesariamente de cuarenta días.
- Pero según la Biblia, Moisés murió a los 120 años (Deuteronomio 37,4) -dijo María.
- Sí, y José a los 110 (Génesis 50,22) y Sara a los 127 (Génesis 23,1), pero hay que suponer que son años egipcios, es decir que hay que dividirlos por tres, lo que los sitúa a todos alrededor de los cuarenta.
- Pero los años egipcios tenían 365 días, y fue en tiempos de Julio Cesar cuando se descubrió que tenían un error de 6 horas, y hubo que hacer los años bisiestos.
- Pero la civilización egipcia duró más de 3000 años, y el tiempo en que vivió Cesar fue el final de la civilización.
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CAPÍTULO 9
MOISÉS EN EL DESIERTO
Eloy, que había abandonado al pueblo hebreo tras el cruce del mar Rojo, viajó cuarenta años hacia el futuro y se detuvo para ver en qué situación se encontraba Moisés. Al ver que seguían vagando por el desierto del Sinaí, decidió ayudarlos para que pudiesen asentarse en la tierra prometida.
Después de haber visto los prodigios obrados por Dios para ayudarlos, el pueblo de Israel esperaba llegar sin problemas a la tierra prometida. Era una tierra fértil, con abundantes riquezas, y todos esperaban poder instalarse allí cómodamente. Pero la realidad no iba a coincidir con sus sueños. Las tierras que bordeaban el desierto ya estaban pobladas, y sus habitantes no estaban dispuestos a ceder su sitio a nadie. Durante muchos años estuvieron vagando por el desierto hasta que llegaron a la conclusión de que la única forma de conseguir la tierra prometida iba a ser arrebatándosela a sus actuales moradores. Empezaron a prepararse para la guerra. Moisés, que no estaba de acuerdo con esa solución, dio a su pueblo una serie de normas de conducta, que siempre deberían respetar. Eran los Diez Mandamientos, entre los cuales se encontraban el no matarás y el no robarás, que evidentemente se oponían a la conquista, por las armas, de la tierras ya habitadas. Podrían haberse dividido en grupos pequeños capaces de integrarse en las distintas poblaciones, pero esto hubiese supuesto la desintegración del pueblo hebreo.
Moisés esperaba que Dios se le apareciese o le mandase un ángel para darle la solución de aquel problema, y Eloy, una vez más, iba a ser, para Moisés, el ángel que su Dios le enviaba. O mejor, el ángel que se enviaba al pueblo hebreo. Porque Eloy estaba notando que Moisés se estaba convirtiendo en un obstáculo para los objetivos de Israel.
Una mañana, en un cielo absolutamente azul, vieron aparecer una nube solitaria, que se acercaba hacia ellos. Cuando la nube, que ocultaba a la nave de Eloy, estuvo sobre su vertical del lugar donde estaba Moisés, se detuvo e hizo que su imagen, que fue tomada por todos como la de un ángel, descendiera lentamente desde la nube hasta el suelo para decirle:
- Ha llegado la hora de que abandonéis el desierto. Cruzad las tierras habitadas, porque más allá encontraréis otras tierras fértiles, disponibles para ser ocupadas por vosotros.
Moisés se adelantó y habló al ángel.
- Ya hemos enviado emisarios para pedir que nos dejasen pasar, pero nunca nos han creído, y nos advirtieron de que nos matarían si poníamos los pies en sus tierras.
- ¿Por qué has dudado de la palabra de Dios? Ya no mereces conducir a tu pueblo hasta la tierra prometida, y morirás sin verla.
Al oír esto, algunos empezaron a gritar el nombre de Josué, un hombre fuerte e inteligente, que en más de una ocasión se había pronunciado a favor de luchar para conseguir la tierra prometida, y al momento todos lo aclamaban.
Moisés se retiró, apesadumbrado, y subió a una pequeña colina para meditar. Allí se le apareció el ángel y le dijo:
- No tengas miedo por tu pueblo, porque Dios lo ayudará.
Pero Moisés le respondió:
- Tú no eres un ángel de mi Dios, y por lo tanto no puedes saber lo que Él hará. Ni siquiera sabes lo que yo ya he hecho. Si de verdad fueses un ángel, sabrías quién soy yo y que ya he estado en la tierra prometida.
Eloy quedó perplejo ante las palabras de Moisés, pero quería ayudar al pueblo del que sabía que nacería Jesús. Después de meditarlo durante unos segundos, le dijo:
- Tienes razón al decir que no soy un ángel de tu Dios, pero te aseguro que quiero ayudar a tu pueblo y creo que será mejor que tengamos confianza para poder unir nuestras fuerzas y luchar por un mismo objetivo. Empezaré por decirte la verdad sobre mí, pero antes acércate para darme la mano.
Moisés se acercó para estrechar la mano de Eloy, pero cundo intentó hacerlo, se dio cuenta de que aquello con lo que estaba hablando, no era más que una imagen, carente de materia.
Moisés se recostó, y ante la mirada atónita de Eloy, apareció la imagen de un niño de once años, y le contó que aunque, en ese momento, estaba habitando en el cuerpo de Moisés, su verdadero nombre era Melchor y que su cuerpo estaba atrapado por el hielo y que él vagaba por el mundo desde hacía mucho tiempo. Al ver la imagen de aquel niño y oír sus palabras, Eloy se desmayó y cayó al suelo, y cuando se despertó le contó su historia.
- Yo no soy un espíritu, la imagen que ves es la de mi propio cuerpo, que está en el interior de una nave, que se oculta tras esa nube, y por procedimientos técnicos, que no voy a explicarte porque no podrías entenderme, mi imagen se proyecta sobre el lugar que yo quiera. Mi cuerpo está vivo dentro de esta nave que puede volar y lanzar fuego sobre mis enemigos, pero lo más importante es que, con ella, puedo viajar en el tiempo. La construí en el futuro y viajé durante miles de generaciones hasta llegar al momento en que vivía Abraham. Fui su amigo, aunque él siempre me consideró como un ángel. Salvé la vida de Isaac y de José y fui yo quien te habló, desde la zarza que ardía sin consumirse, y quien te ayudó a sacar de Egipto al pueblo de Israel, al que seguiré ayudando porque sé que de su estirpe nacerá, algún día, alguien que influirá decisivamente en mi vida, cuando yo vuelva al futuro. Ahora estoy intentando regresar al futuro, pero me he detenido aquí para ayudaros.
Melchor le dijo a Eloy:
- Me gustaría conocer a ese ser tan importante, ¿podrías decirme cuándo y dónde nacerá?
- Cuando un imperio llamado Roma se apodere de la tierra prometida. En ese tiempo, una de las vírgenes del Templo, llamada María, se desposará con un carpintero llamado José y de ella nacerá ese ser tan importante. Entonces vendré con mi nave.
- ¿Cómo podría reconocerte?
- Aparecerá en el cielo una luz más brillante que las estrellas. Síguela y ella te llevará hasta el niño.
Moisés, con su esposa e hijos, abandonaron al pueblo hebreo, que bajo el mandato de Josué, cruzó el río Jordán para adentrarse en la tierra prometida.
CÓMO SE HIZO LA NOVELA
LA HISTORIA DE ELOY
CAPÍTULO 9
María preguntó a su padre.
- ¿Por qué Eloy viaja cuarenta años hacia el futuro? ¿Por qué no cien o veinte?
- Cuarenta años es el tiempo que se estima que estuvieron vagando por el desierto.
- ¿Se trata de un dato citado en la Biblia? -preguntó María.
- Ya te he dicho que no he leído toda la Biblia, y aunque así fuese no podría recordarla de memoria, pero los cuarenta años de vagar por el desierto es un dato común en casi todos los textos que hablan del éxodo, porque Dios castigó a la generación que salió de Egipto, a morir sin ver la tierra prometida, aunque ese castigo no afectaba a los que en aquel momento eran unos niños, como Josué del que hablaremos en próximos capítulos. Cuarenta años podría ser la esperanza de vida de un hombre de aquella época. En todo caso cuarenta es una palabra que significa mucho, aún hoy existe la palabra cuarentena para expresar el periodo de tiempo necesario para evitar el contagio de una enfermedad, aunque dicho periodo no tiene que ser necesariamente de cuarenta días.
- Pero según la Biblia, Moisés murió a los 120 años (Deuteronomio 37,4) -dijo María.
- Sí, y José a los 110 (Génesis 50,22) y Sara a los 127 (Génesis 23,1), pero hay que suponer que son años egipcios, es decir que hay que dividirlos por tres, lo que los sitúa a todos alrededor de los cuarenta.
- Pero los años egipcios tenían 365 días, y fue en tiempos de Julio Cesar cuando se descubrió que tenían un error de 6 horas, y hubo que hacer los años bisiestos.
- Pero la civilización egipcia duró más de 3000 años, y el tiempo en que vivió Cesar fue el final de la civilización.
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martes, 23 de noviembre de 2010
CAPÍTULO 8, ELOY ENCUENTRA A MOISÉS
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Eloy había dejado a José, en manos de los mercaderes de esclavos, camino de Egipto. Le hubiese gustado seguir ayudándole, pero seguir hacia adelante en su viaje al futuro era lo más importante, y esta vez logró un largo avance. Muchas generaciones de israelitas habían pasado, y el recuerdo de Abraham y su familia posiblemente hubiese desaparecido de sus mentes, pero él quiso visitar al pueblo de Israel y volvió al lugar donde lo había dejado. Como había sospechado, nadie en aquel lugar recordaba nada de Jacob, así que decidió viajar a Egipto en busca del rastro de los descendientes de José. Grande fue su sorpresa al comprobar que todos los descendientes de Abraham eran ahora esclavos de Egipto. Supo de un israelita llamado Moisés, que había llegado a ser príncipe de Egipto, pero que, por querer ayudar a su pueblo a salir de la esclavitud, fue desterrado y abandonado en el desierto del Sinaí. No le fue difícil a Eloy encontrar a Moisés, ya que en el desierto del Sinaí sólo vivían unas cuantas familias de cabreros, y un hombre que ha sido educado en los palacios de Egipto se distingue fácilmente de otro que ha pasado la vida entre rebaños, por muy bien disfrazado de pastor que esté.
Lo encontró cerca del monte Sinaí, que era sagrado, para los habitantes de aquella zona, y estaba vedado, ya que creían que allí habitaba Dios.
Un día en que Moisés estaba apacentando su rebaño, cerca del monte Sinaí, Eloy se valió de la tecnología de su nave para separar del rebaño a una de las cabras y llevarla hacia el monte por medio de sonidos agudos perfectamente dirigidos hacia la cabra seleccionada. Cualquier otro pastor hubiese abandonado la cabra por no romper el tabú, que prohibía acercarse al monte sagrado, pero Moisés no estaba dispuesto a perder una cabra por respetar algo en lo que no creía, así que siguió a la cabra para recuperarla. Cuando por fin alcanzó a la cabra, Eloy iluminó, con rayos láser una zarza que había en las proximidades. Moisés creyó que la zarza estaba ardiendo, por la extraña luz que brillaba a su alrededor, pero por otro lado, veía que la zarza no se consumía con las llamas. Aquel fenómeno, que se apartaba claramente de las leyes naturales, le hizo pensar que efectivamente estaba profanando un lugar sagrado. Se quitó las sandalias y se arrodilló en señal de humildad. Eloy se comunicó con él y le conminó a que volviese a Egipto para salvar de la esclavitud al pueblo hebreo. Le ayudó en la tarea de rescatar a su pueblo, valiéndose de múltiples efectos, que podía producir gracias a la tecnología de su nave, hasta conseguir que el faraón Ramsés II accediese a las peticiones de Moisés. Pero cuando éste hubo salido de Egipto y se dirigía hacia el Sinaí, los ministros del faraón lo convencieron de que no podían renunciar a tal cantidad de esclavos, y el ejército salió en busca de Moisés. Eloy había previsto esta circunstancia, y como no podía usar sus armas por falta de energía en su nave, había estudiado la ruta de escape y había descubierto una gran barra de arena, que quedaba sobre la superficie del mar en los momentos de marea baja, permitiendo que fuese cruzado sin ni siquiera mojarse los pies. Así que dijo a Moisés que se dirigiese hacia el mar y precisamente hacia ese punto. Cuando llegaron, estaba ya bien entrada la noche, y la arena de la playa, que todavía estaba caliente, les pareció un lugar agradable para descansar.
Al amanecer quedaron atónitos al contemplar una gran barra de arena, que cruzaba el mar hasta la otra orilla. Misteriosamente el mar se había retirado a ambos lados, dejando paso franco a los israelitas, pero tras ellos, en el horizonte, una nube de polvo delataba la presencia cercana de la caballería egipcia, que los iba a alcanzar sin remedio. Moisés dio la orden de ponerse en marcha y cruzar el mar. Cuando todos hubieron cruzado, pudieron ver, con pavor, como la caballería egipcia empezaba también a cruzar el mar. Entonces se dieron cuenta de que el camino de arena, que cruzaba el mar, se estaba estrechando. La cabeza de la columna de caballería había llegado ya a la mitad del camino y no tenía sentido, para los egipcios, volverse atrás, pero el estrechamiento producido por el avance de las aguas, obligaba a apretarse a la columna de caballería, que avanzaba a galope tendido, para evitar que el mar se cerrase bajo ellos. A sólo cincuenta metros de la orilla, todos los caballos quedaron paralizados y los jinetes intentaban, sin éxito, zafarse de sus armaduras, para poder alcanzar la orilla a nado, pero ninguno lo consiguió.
CÓMO SE HIZO LA NOVELA
LA HISTORIA DE ELOY
CAPÍTULO 8
María comentó a su padre:
- Me ha gustado mucho este capítulo, hace fácilmente creíble algo tan misterioso como el milagro del paso del mar Rojo, narrado en Éxodo 14,15-31. También me ha gustado la forma en que contamos el pasaje de la zarza que ardía sin consumirse (Éxodo 3,1-12). Pero podríamos haber descrito las plagas.
- Podría ser interesante, pero demasiado largo. Las diez plagas que cayeron sobre Egipto, están detalladas en el Éxodo, y su relato ocupa 5 capítulos, concretamente del 7 al 11. Creo que el que esté interesado en conocerlas puede acudir directamente a esa fuente.
- Además, por fin se ha encontrado Eloy a otro de los protagonistas de nuestras historias paralelas.
- Por definición, dos líneas paralelas son aquellas que por mucho que se prolonguen nunca se cortan. Pero nuestras historias no son paralelas, sino que convergen y divergen, entremezclándose unas con otras, y hasta llegarán a formar una trenza que las contenga a todas y las haga avanzar juntas en una misma dirección.
Eloy había dejado a José, en manos de los mercaderes de esclavos, camino de Egipto. Le hubiese gustado seguir ayudándole, pero seguir hacia adelante en su viaje al futuro era lo más importante, y esta vez logró un largo avance. Muchas generaciones de israelitas habían pasado, y el recuerdo de Abraham y su familia posiblemente hubiese desaparecido de sus mentes, pero él quiso visitar al pueblo de Israel y volvió al lugar donde lo había dejado. Como había sospechado, nadie en aquel lugar recordaba nada de Jacob, así que decidió viajar a Egipto en busca del rastro de los descendientes de José. Grande fue su sorpresa al comprobar que todos los descendientes de Abraham eran ahora esclavos de Egipto. Supo de un israelita llamado Moisés, que había llegado a ser príncipe de Egipto, pero que, por querer ayudar a su pueblo a salir de la esclavitud, fue desterrado y abandonado en el desierto del Sinaí. No le fue difícil a Eloy encontrar a Moisés, ya que en el desierto del Sinaí sólo vivían unas cuantas familias de cabreros, y un hombre que ha sido educado en los palacios de Egipto se distingue fácilmente de otro que ha pasado la vida entre rebaños, por muy bien disfrazado de pastor que esté.
Lo encontró cerca del monte Sinaí, que era sagrado, para los habitantes de aquella zona, y estaba vedado, ya que creían que allí habitaba Dios.
Un día en que Moisés estaba apacentando su rebaño, cerca del monte Sinaí, Eloy se valió de la tecnología de su nave para separar del rebaño a una de las cabras y llevarla hacia el monte por medio de sonidos agudos perfectamente dirigidos hacia la cabra seleccionada. Cualquier otro pastor hubiese abandonado la cabra por no romper el tabú, que prohibía acercarse al monte sagrado, pero Moisés no estaba dispuesto a perder una cabra por respetar algo en lo que no creía, así que siguió a la cabra para recuperarla. Cuando por fin alcanzó a la cabra, Eloy iluminó, con rayos láser una zarza que había en las proximidades. Moisés creyó que la zarza estaba ardiendo, por la extraña luz que brillaba a su alrededor, pero por otro lado, veía que la zarza no se consumía con las llamas. Aquel fenómeno, que se apartaba claramente de las leyes naturales, le hizo pensar que efectivamente estaba profanando un lugar sagrado. Se quitó las sandalias y se arrodilló en señal de humildad. Eloy se comunicó con él y le conminó a que volviese a Egipto para salvar de la esclavitud al pueblo hebreo. Le ayudó en la tarea de rescatar a su pueblo, valiéndose de múltiples efectos, que podía producir gracias a la tecnología de su nave, hasta conseguir que el faraón Ramsés II accediese a las peticiones de Moisés. Pero cuando éste hubo salido de Egipto y se dirigía hacia el Sinaí, los ministros del faraón lo convencieron de que no podían renunciar a tal cantidad de esclavos, y el ejército salió en busca de Moisés. Eloy había previsto esta circunstancia, y como no podía usar sus armas por falta de energía en su nave, había estudiado la ruta de escape y había descubierto una gran barra de arena, que quedaba sobre la superficie del mar en los momentos de marea baja, permitiendo que fuese cruzado sin ni siquiera mojarse los pies. Así que dijo a Moisés que se dirigiese hacia el mar y precisamente hacia ese punto. Cuando llegaron, estaba ya bien entrada la noche, y la arena de la playa, que todavía estaba caliente, les pareció un lugar agradable para descansar.
Al amanecer quedaron atónitos al contemplar una gran barra de arena, que cruzaba el mar hasta la otra orilla. Misteriosamente el mar se había retirado a ambos lados, dejando paso franco a los israelitas, pero tras ellos, en el horizonte, una nube de polvo delataba la presencia cercana de la caballería egipcia, que los iba a alcanzar sin remedio. Moisés dio la orden de ponerse en marcha y cruzar el mar. Cuando todos hubieron cruzado, pudieron ver, con pavor, como la caballería egipcia empezaba también a cruzar el mar. Entonces se dieron cuenta de que el camino de arena, que cruzaba el mar, se estaba estrechando. La cabeza de la columna de caballería había llegado ya a la mitad del camino y no tenía sentido, para los egipcios, volverse atrás, pero el estrechamiento producido por el avance de las aguas, obligaba a apretarse a la columna de caballería, que avanzaba a galope tendido, para evitar que el mar se cerrase bajo ellos. A sólo cincuenta metros de la orilla, todos los caballos quedaron paralizados y los jinetes intentaban, sin éxito, zafarse de sus armaduras, para poder alcanzar la orilla a nado, pero ninguno lo consiguió.
CÓMO SE HIZO LA NOVELA
LA HISTORIA DE ELOY
CAPÍTULO 8
María comentó a su padre:
- Me ha gustado mucho este capítulo, hace fácilmente creíble algo tan misterioso como el milagro del paso del mar Rojo, narrado en Éxodo 14,15-31. También me ha gustado la forma en que contamos el pasaje de la zarza que ardía sin consumirse (Éxodo 3,1-12). Pero podríamos haber descrito las plagas.
- Podría ser interesante, pero demasiado largo. Las diez plagas que cayeron sobre Egipto, están detalladas en el Éxodo, y su relato ocupa 5 capítulos, concretamente del 7 al 11. Creo que el que esté interesado en conocerlas puede acudir directamente a esa fuente.
- Además, por fin se ha encontrado Eloy a otro de los protagonistas de nuestras historias paralelas.
- Por definición, dos líneas paralelas son aquellas que por mucho que se prolonguen nunca se cortan. Pero nuestras historias no son paralelas, sino que convergen y divergen, entremezclándose unas con otras, y hasta llegarán a formar una trenza que las contenga a todas y las haga avanzar juntas en una misma dirección.
lunes, 22 de noviembre de 2010
CAPÍTULO 7, LA HISTORIA DE JOSÉ Y SUS HERMANOS
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Eloy tuvo que quedarse mucho tiempo para recargar de energía su nave antes de poder avanzar, así que tuvo tiempo de conocer perfectamente a la familia de Jacob, que se mantenía unida bajo el firme mandato del patriarca.
Abraham había tenido ocho hijos: su primer hijo fue Ismael, hijo de Agar, la esclava egipcia de Sara, pero Abraham no siguió la tradición de entregar el patriarcado al primogénito, sino que se lo dio en herencia a Isaac, el hijo de Sara, su primer amor. Al morir Sara, se casó con Cetura, y tuvo seis hijos más.
Antes de morir, Abrahán repartió regalos a sus demás hijos y los obligó a separarse de Isaac, para que no pudiesen rivalizar con él en el gobierno del patriarcado, lo que a juicio de Jacob había sido un error que mermó notablemente el poder de la familia. Él quería que la suya permaneciese unida, pero al igual que Abraham había decidido entregar la herencia, no a su primogénito, sino al de la mujer que fue su primer amor, es decir a José, el primer hijo de Raquel, porque, además de ser el hijo de la mujer de la que siempre estuvo enamorado, José amaba a su padre sobre cualquier otra cosa de este mundo, era muy inteligente y sobre todo era muy bueno, y esta bondad de su alma salía a relucir por cada poro de su rostro, que era tremendamente hermoso y agradable.
Tenía José quince años cuando lo conoció Eloy, y éste no tardó en darse cuenta de que reunía las cualidades para ser el futuro patriarca, aunque para llegar a ello tendría que superar el grave obstáculo que suponían sus diez hermanos mayores que estaban envidiosos de él y de la predilección que sentía por él su padre.
Sus hermanos no cesaban de maltratarlo con insultos y burlas. Ante esta situación, Eloy sintió grandes deseos de intervenir para ayudar a José, ya que éste había caído en un profundo estado de depresión que estaba precipitándolo hacia el suicidio, pero Eloy se abstuvo de intervenir a favor de José porque recordaba la última conversación que había mantenido con su amada Carmen, y que todas las noches proyectaba antes de dormirse, en la que ella le advertía del peligro que podría tener su viaje al pasado, si no se limitaba a ser un mero espectador y realizar las actuaciones estrictamente necesarias para conseguir su objetivo de evitar la destrucción del planeta en una guerra nuclear. Una vez más, conectó el proyector de hologramas, no ya por mantener fresca en su mente la advertencia de su esposa, sino por sentirse cerca de ella. La imagen de Carmen apareció ante sus ojos, que cada vez la veían más hermosa que en la anterior aparición, tal vez porque ella permanecía siempre igual y él era cada vez un día más viejo o quizás porque la verdadera causa de que él hiciese todo lo que estaba haciendo, no era salvar al mundo, sino poder vivir junto a su amada, y se veía incapaz de librarse de las ataduras que le impedían correr hacia ella. Un día puede resultar muy largo cuando te sientes prisionero y estás esperando el momento de tu liberación. Pero junto a la imagen y la voz de Carmen, también Eloy podía escuchar su propia voz, que discrepaba de la muy razonable opinión de su esposa.
- Si actúas sobre los hechos producidos en el pasado, podrías cambiar el presente de forma irreversible –decía Carmen.
- Yo pienso que la historia es como un río que corre por su cauce y que cualquier pequeña actuación en un punto de su curso tendrá poca influencia río abajo, e incluso las grandes actuaciones que se realizasen en las proximidades de su nacimiento, afectarían muy poco a lo que pasase en su desembocadura.
- Son dos teorías opuestas que por supuesto nadie ha podido comprobar, pero por si acaso soy yo la que tiene razón, será mejor que te limites a pequeñas actuaciones. Prométeme que nunca matarás a nadie, ni tampoco salvarás la vida de alguien que esté a punto de morir, aunque te resulte muy sencillo y por muy justo que te parezca.
Durante todo su viaje hacia el pasado había cumplido fielmente su promesa, pero al iniciar su viaje de vuelta había conseguido salvar la vida de Isaac, de una forma involuntaria, con sólo presentarse ante su padre. Si la teoría de Carmen era cierta, ya se habría cambiado el curso de la historia al evitarse la muerte de Isaac cuando iba a ser ofrecido por su padre en holocausto. Y puesto que ya no podría llegar al mismo punto de donde había partido, ¿por qué no salvar también a José? Eloy seguía pensando, que sacar un cubo de agua en el curso alto de un río no afecta para nada a lo que tenga que pasar en su desembocadura. Para que afectase habría que actuar más cerca de la desembocadura y con un tipo de actuación mucho más drástica. Además estaba viviendo su lento viaje de regreso, unido siempre a Abrahán, Isaac y Jacob, y empezaba a sentirse parte de la familia israelita, así que haciendo caso al viejo proverbio, que dice: “antes de ponerte a limpiar el mundo debes limpiar tu propia casa”, al que en este caso le cambiaba el verbo limpiar por salvar, decidió intervenir a favor de José, y lo hizo de una forma que él dominaba con gran maestría: el tratamiento de imágenes con el ordenador.
Eloy tomaba imágenes del exterior y luego las montaba consiguiendo historias que presentaba a José tras despertarlo a media noche, con lo que lograba que éste creyese que eran sus propios sueños.
En una de ellas, José y sus hermanos estaban segando trigo, y tras atar sus gavillas y dejarlas sobre el terreno segado, la de José permanecía en pie mientras que las de sus hermanos caían al suelo, lo que en su opinión significaba que sus hermanos se postraban ante él reconociendo su supremacía. El aparente sueño, había sido tan impresionante que José no pudo resistir la tentación de contárselo a su familia, y aunque Jacob reafirmaba así su idea de ceder el patriarcado a José, los demás hermanos incrementaban su envidia. Eloy había logrado su propósito de sacar a José de la depresión, pero la envidia de sus hermanos estaba empezando a convertirse en odio, y algunos propusieron matarlo. Rubén, al ser el mayor podría ser el que más se beneficiase de la muerte de José, pero precisamente por eso, también sería el primer sospechoso, y para nada quería ser el blanco de la furia de Jacob, así que convenció a sus hermanos para que actuasen de una manera más sutil. Puesto que José ya había contado a su padre el sueño en que sus hermanos lo reverenciaban, no sería difícil creer que éste había dado un nuevo paso en sus pretensiones, y se inventaron un sueño en el que el Sol, la Luna y once estrellas adoraban a José. El Sol y la Luna eran los padres y las once estrellas los once hermanos, es decir que José le iba a arrebatar el patriarcado a Jacob antes de su muerte. Esto haría pensar al padre que su hijo favorito había caído en el pecado de soberbia y ya no merecería ser su heredero. De nada iba a servir que José lo negase, porque iban a ser diez testimonios contra uno. Benjamín, el hermano número doce, era demasiado pequeño para tomar parte en todas estas intrigas. Jacob estaba inmerso en una tremenda duda y aunque no podía negar el testimonio unánime de diez de sus hijos, quería darle a José la oportunidad de exponer su versión sin ningún tipo de interferencias, y mandó a los mayores a apacentar el ganado en un lugar alejado a varias jornadas de su casa.
Cuando Jacob y José estuvieron frente a frente, no hubo necesidad de ningún tipo de explicación, porque Eloy se apareció ante ellos. José no se sorprendió porque, al contrario que sus hermanos, creía lo que su padre le había contado acerca de su anterior encuentro con un ángel enviado por Dios, y ambos escucharon atentamente lo que Eloy les dijo:
- No temas ningún mal Jacob, porque José te ama y nunca se alzaría contra ti. Él será un buen patriarca cuando tú faltes y recibirá mi ayuda como tú la has recibido. Hoy quiero preveniros porque dentro de poco vendrá una gran bonanza que durará siete años, pero ese será el aviso de otros siete años de sequía que le seguirán y que causarán una gran hambruna en la región. Aprovechad la bonanza para guardar provisiones y que no os falte durante la sequía.
Eloy sabía todo esto porque ya lo había visto en su viaje hacia el pasado. Jacob envió a José para que fuese a buscar a sus hermanos, y estos al verlo llegar, aprovechando que Rubén, el mayor y por lo tanto responsable ante el padre, no estaba en ese momento, decidieron matarlo y decir a Jacob que había muerto atacado por unos lobos. Pero Judá tenía miedo a mancharse las manos con la sangre de su hermano, porque una gran maldición podría caer sobre ellos. Decidió meterlo en una cisterna seca, de la que no podría salir, y abandonarlo allí a su suerte. Afortunadamente, Eloy que desconfiaba de los hermanos de José y estaba atento a lo que sucedía, se apareció a Judá. Éste se llenó de pánico al verlo, y se arrojó al suelo pidiendo perdón, pero Eloy sabía que pronto tendría que marcharse y acabarían matando a José, así que le propuso:
־ Si abandonas a tu hermano también caerá sobre ti mi maldición, porque morirá de sed por tu culpa, pero si lo vendes a unos mercaderes, que pasarán por aquí esta tarde, te librarás de él y también de la maldición.
Judá no entendía porqué aquel ángel quería ayudarle, pero le pareció bien el plan y convenció a sus hermanos para que lo llevasen a cabo.
Se sentaron a comer y vieron que llegaba una caravana de ismaelitas con sus camellos cargados de goma, resina y láudano, que llevaban a Egipto. Dijo entonces Judá a sus hermanos:
־ ¿Qué ganamos con matar a José? Vamos a venderlo a los ismaelitas, y no pongamos las manos en él, pues es nuestro hermano y carne nuestra es.
Sus hermanos asintieron. Cuando llegaron los mercaderes, sacaron a José de la cisterna y lo vendieron por veinte siclos de plata.
Cuando llegó Rubén y le comentaron lo sucedido, se rasgó las vestiduras en señal de dolor y les dijo:
־ ¿Cómo voy a presentarme ante nuestro padre sin el niño?
Tomaron entonces la túnica de José y la empaparon con la sangre de un cabrito, para decir a su padre que José había sido devorado por una fiera.
Eloy le había tomado aprecio a José y le hubiese gustado estar más tiempo ayudándole, pero tenía que volver a saltar en el tiempo y esta vez logró saltar más de setecientos años, llegando cerca del 1.300 antes de Cristo, la época en que vivió Moisés.
CÓMO SE HIZO LA NOVELA
LA HISTORIA DE ELOY
CAPÍTULO 7
María comentó a su padre:
- ¿Esta es toda la historia de José?
- La Biblia cuenta la historia de José y sus hermanos, entre los capítulos 37 y 50 del libro del Génesis. Lo que aquí hemos contado corresponde al capítulo 37. La muerte de José es precisamente el final del libro del Génesis. Aunque el anuncio que Eloy hace de los siete años de abundancia seguidos de otros siete de sequía, corresponden al capítulo 41, versículos 29 y 30, donde dice: “Vendrán siete años de gran abundancia en todo el territorio de Egipto. Pero a estos seguirán siete años de hambre”
- ¿Por qué no contamos toda su historia?
- Porque el resto de la historia está contado en nuestro libro “La historia de Melchor”. Aquí hemos contado esta primera parte para complementarlo.
Eloy tuvo que quedarse mucho tiempo para recargar de energía su nave antes de poder avanzar, así que tuvo tiempo de conocer perfectamente a la familia de Jacob, que se mantenía unida bajo el firme mandato del patriarca.
Abraham había tenido ocho hijos: su primer hijo fue Ismael, hijo de Agar, la esclava egipcia de Sara, pero Abraham no siguió la tradición de entregar el patriarcado al primogénito, sino que se lo dio en herencia a Isaac, el hijo de Sara, su primer amor. Al morir Sara, se casó con Cetura, y tuvo seis hijos más.
Antes de morir, Abrahán repartió regalos a sus demás hijos y los obligó a separarse de Isaac, para que no pudiesen rivalizar con él en el gobierno del patriarcado, lo que a juicio de Jacob había sido un error que mermó notablemente el poder de la familia. Él quería que la suya permaneciese unida, pero al igual que Abraham había decidido entregar la herencia, no a su primogénito, sino al de la mujer que fue su primer amor, es decir a José, el primer hijo de Raquel, porque, además de ser el hijo de la mujer de la que siempre estuvo enamorado, José amaba a su padre sobre cualquier otra cosa de este mundo, era muy inteligente y sobre todo era muy bueno, y esta bondad de su alma salía a relucir por cada poro de su rostro, que era tremendamente hermoso y agradable.
Tenía José quince años cuando lo conoció Eloy, y éste no tardó en darse cuenta de que reunía las cualidades para ser el futuro patriarca, aunque para llegar a ello tendría que superar el grave obstáculo que suponían sus diez hermanos mayores que estaban envidiosos de él y de la predilección que sentía por él su padre.
Sus hermanos no cesaban de maltratarlo con insultos y burlas. Ante esta situación, Eloy sintió grandes deseos de intervenir para ayudar a José, ya que éste había caído en un profundo estado de depresión que estaba precipitándolo hacia el suicidio, pero Eloy se abstuvo de intervenir a favor de José porque recordaba la última conversación que había mantenido con su amada Carmen, y que todas las noches proyectaba antes de dormirse, en la que ella le advertía del peligro que podría tener su viaje al pasado, si no se limitaba a ser un mero espectador y realizar las actuaciones estrictamente necesarias para conseguir su objetivo de evitar la destrucción del planeta en una guerra nuclear. Una vez más, conectó el proyector de hologramas, no ya por mantener fresca en su mente la advertencia de su esposa, sino por sentirse cerca de ella. La imagen de Carmen apareció ante sus ojos, que cada vez la veían más hermosa que en la anterior aparición, tal vez porque ella permanecía siempre igual y él era cada vez un día más viejo o quizás porque la verdadera causa de que él hiciese todo lo que estaba haciendo, no era salvar al mundo, sino poder vivir junto a su amada, y se veía incapaz de librarse de las ataduras que le impedían correr hacia ella. Un día puede resultar muy largo cuando te sientes prisionero y estás esperando el momento de tu liberación. Pero junto a la imagen y la voz de Carmen, también Eloy podía escuchar su propia voz, que discrepaba de la muy razonable opinión de su esposa.
- Si actúas sobre los hechos producidos en el pasado, podrías cambiar el presente de forma irreversible –decía Carmen.
- Yo pienso que la historia es como un río que corre por su cauce y que cualquier pequeña actuación en un punto de su curso tendrá poca influencia río abajo, e incluso las grandes actuaciones que se realizasen en las proximidades de su nacimiento, afectarían muy poco a lo que pasase en su desembocadura.
- Son dos teorías opuestas que por supuesto nadie ha podido comprobar, pero por si acaso soy yo la que tiene razón, será mejor que te limites a pequeñas actuaciones. Prométeme que nunca matarás a nadie, ni tampoco salvarás la vida de alguien que esté a punto de morir, aunque te resulte muy sencillo y por muy justo que te parezca.
Durante todo su viaje hacia el pasado había cumplido fielmente su promesa, pero al iniciar su viaje de vuelta había conseguido salvar la vida de Isaac, de una forma involuntaria, con sólo presentarse ante su padre. Si la teoría de Carmen era cierta, ya se habría cambiado el curso de la historia al evitarse la muerte de Isaac cuando iba a ser ofrecido por su padre en holocausto. Y puesto que ya no podría llegar al mismo punto de donde había partido, ¿por qué no salvar también a José? Eloy seguía pensando, que sacar un cubo de agua en el curso alto de un río no afecta para nada a lo que tenga que pasar en su desembocadura. Para que afectase habría que actuar más cerca de la desembocadura y con un tipo de actuación mucho más drástica. Además estaba viviendo su lento viaje de regreso, unido siempre a Abrahán, Isaac y Jacob, y empezaba a sentirse parte de la familia israelita, así que haciendo caso al viejo proverbio, que dice: “antes de ponerte a limpiar el mundo debes limpiar tu propia casa”, al que en este caso le cambiaba el verbo limpiar por salvar, decidió intervenir a favor de José, y lo hizo de una forma que él dominaba con gran maestría: el tratamiento de imágenes con el ordenador.
Eloy tomaba imágenes del exterior y luego las montaba consiguiendo historias que presentaba a José tras despertarlo a media noche, con lo que lograba que éste creyese que eran sus propios sueños.
En una de ellas, José y sus hermanos estaban segando trigo, y tras atar sus gavillas y dejarlas sobre el terreno segado, la de José permanecía en pie mientras que las de sus hermanos caían al suelo, lo que en su opinión significaba que sus hermanos se postraban ante él reconociendo su supremacía. El aparente sueño, había sido tan impresionante que José no pudo resistir la tentación de contárselo a su familia, y aunque Jacob reafirmaba así su idea de ceder el patriarcado a José, los demás hermanos incrementaban su envidia. Eloy había logrado su propósito de sacar a José de la depresión, pero la envidia de sus hermanos estaba empezando a convertirse en odio, y algunos propusieron matarlo. Rubén, al ser el mayor podría ser el que más se beneficiase de la muerte de José, pero precisamente por eso, también sería el primer sospechoso, y para nada quería ser el blanco de la furia de Jacob, así que convenció a sus hermanos para que actuasen de una manera más sutil. Puesto que José ya había contado a su padre el sueño en que sus hermanos lo reverenciaban, no sería difícil creer que éste había dado un nuevo paso en sus pretensiones, y se inventaron un sueño en el que el Sol, la Luna y once estrellas adoraban a José. El Sol y la Luna eran los padres y las once estrellas los once hermanos, es decir que José le iba a arrebatar el patriarcado a Jacob antes de su muerte. Esto haría pensar al padre que su hijo favorito había caído en el pecado de soberbia y ya no merecería ser su heredero. De nada iba a servir que José lo negase, porque iban a ser diez testimonios contra uno. Benjamín, el hermano número doce, era demasiado pequeño para tomar parte en todas estas intrigas. Jacob estaba inmerso en una tremenda duda y aunque no podía negar el testimonio unánime de diez de sus hijos, quería darle a José la oportunidad de exponer su versión sin ningún tipo de interferencias, y mandó a los mayores a apacentar el ganado en un lugar alejado a varias jornadas de su casa.
Cuando Jacob y José estuvieron frente a frente, no hubo necesidad de ningún tipo de explicación, porque Eloy se apareció ante ellos. José no se sorprendió porque, al contrario que sus hermanos, creía lo que su padre le había contado acerca de su anterior encuentro con un ángel enviado por Dios, y ambos escucharon atentamente lo que Eloy les dijo:
- No temas ningún mal Jacob, porque José te ama y nunca se alzaría contra ti. Él será un buen patriarca cuando tú faltes y recibirá mi ayuda como tú la has recibido. Hoy quiero preveniros porque dentro de poco vendrá una gran bonanza que durará siete años, pero ese será el aviso de otros siete años de sequía que le seguirán y que causarán una gran hambruna en la región. Aprovechad la bonanza para guardar provisiones y que no os falte durante la sequía.
Eloy sabía todo esto porque ya lo había visto en su viaje hacia el pasado. Jacob envió a José para que fuese a buscar a sus hermanos, y estos al verlo llegar, aprovechando que Rubén, el mayor y por lo tanto responsable ante el padre, no estaba en ese momento, decidieron matarlo y decir a Jacob que había muerto atacado por unos lobos. Pero Judá tenía miedo a mancharse las manos con la sangre de su hermano, porque una gran maldición podría caer sobre ellos. Decidió meterlo en una cisterna seca, de la que no podría salir, y abandonarlo allí a su suerte. Afortunadamente, Eloy que desconfiaba de los hermanos de José y estaba atento a lo que sucedía, se apareció a Judá. Éste se llenó de pánico al verlo, y se arrojó al suelo pidiendo perdón, pero Eloy sabía que pronto tendría que marcharse y acabarían matando a José, así que le propuso:
־ Si abandonas a tu hermano también caerá sobre ti mi maldición, porque morirá de sed por tu culpa, pero si lo vendes a unos mercaderes, que pasarán por aquí esta tarde, te librarás de él y también de la maldición.
Judá no entendía porqué aquel ángel quería ayudarle, pero le pareció bien el plan y convenció a sus hermanos para que lo llevasen a cabo.
Se sentaron a comer y vieron que llegaba una caravana de ismaelitas con sus camellos cargados de goma, resina y láudano, que llevaban a Egipto. Dijo entonces Judá a sus hermanos:
־ ¿Qué ganamos con matar a José? Vamos a venderlo a los ismaelitas, y no pongamos las manos en él, pues es nuestro hermano y carne nuestra es.
Sus hermanos asintieron. Cuando llegaron los mercaderes, sacaron a José de la cisterna y lo vendieron por veinte siclos de plata.
Cuando llegó Rubén y le comentaron lo sucedido, se rasgó las vestiduras en señal de dolor y les dijo:
־ ¿Cómo voy a presentarme ante nuestro padre sin el niño?
Tomaron entonces la túnica de José y la empaparon con la sangre de un cabrito, para decir a su padre que José había sido devorado por una fiera.
Eloy le había tomado aprecio a José y le hubiese gustado estar más tiempo ayudándole, pero tenía que volver a saltar en el tiempo y esta vez logró saltar más de setecientos años, llegando cerca del 1.300 antes de Cristo, la época en que vivió Moisés.
CÓMO SE HIZO LA NOVELA
LA HISTORIA DE ELOY
CAPÍTULO 7
María comentó a su padre:
- ¿Esta es toda la historia de José?
- La Biblia cuenta la historia de José y sus hermanos, entre los capítulos 37 y 50 del libro del Génesis. Lo que aquí hemos contado corresponde al capítulo 37. La muerte de José es precisamente el final del libro del Génesis. Aunque el anuncio que Eloy hace de los siete años de abundancia seguidos de otros siete de sequía, corresponden al capítulo 41, versículos 29 y 30, donde dice: “Vendrán siete años de gran abundancia en todo el territorio de Egipto. Pero a estos seguirán siete años de hambre”
- ¿Por qué no contamos toda su historia?
- Porque el resto de la historia está contado en nuestro libro “La historia de Melchor”. Aquí hemos contado esta primera parte para complementarlo.
viernes, 12 de noviembre de 2010
CAPÍTULO 6, LA HISTORIA DE JACOB
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Avanzó Eloy un par de generaciones hasta llegar a la época en que el que había heredado el patriarcado de Abraham era uno de sus nietos, el llamado Jacob, que significaba talón. Lo llamaron así porque al nacer estaba agarrado al talón de su hermano. Algunos vieron en este hecho un símbolo de la intención que tenía Jacob de sujetar a su hermano y de ese modo ser él el primogénito. El nombre de Jacob se asoció de ese modo a la imagen de tramposo, y esta imagen quedó consolidada después de que Jacob engañara a su propio padre, haciéndose pasar por su hermano mayor, Esaú, para conseguir la bendición que le daba derecho a la herencia del patriarcado.
Jacob era un hombre práctico que pensaba que había que trabajar duro para conseguir lo que se quería, sin esperar que viniese Dios a regalárselo. Había oído a su padre contar las historias del abuelo Abraham, que, varias veces en su vida, había hablado con Dios, directamente o a través de un ángel que venía a visitarlo. Isaac le había contado a Jacob cómo aquel ángel le había salvado la vida cuando iba a ser sacrificado por Abraham, pero Jacob nunca había llegado a creérselas, hasta que una noche, Eloy se apareció a Jacob. Éste pensó que Eloy era un sueño y trató de apartarlo de su mente, pero Eloy no estaba en su mente, sino que era un holograma perfectamente visible por Jacob. Eloy estuvo toda la noche discutiendo con Jacob hasta lograr convencerlo de que él era un enviado de Dios. Entonces, Jacob le pidió perdón por haber engañado a su padre, cuando éste era ya muy anciano y estaba casi ciego, para conseguir la herencia, que por orden de nacimiento correspondía a su hermano Esaú, aunque se justificó contando a Eloy que en cierta ocasión, cuando él había preparado un guiso de lentejas, su hermano, que regresaba a casa cansado y hambriento, le pidió que le diese de comer, y él, aprovechando la ocasión, le pidió que a cambio le cediera su derecho de primogenitura. Esaú había accedido pensando que era una broma y que en todo caso no había testigos de aquel trato, por lo que nunca tendría que cumplir lo pactado. No había sido fácil convencerlo, la batalla dialéctica entre Eloy y Jacob había durado toda la noche, y al amanecer, Jacob pidió a Eloy que le permitiese presentárselo a sus hijos. Ambos se encontraban exhaustos, como si hubiesen estado combatiendo durante toda la noche, y Eloy dijo a los hijos de Jacob que Dios lo había perdonado y que desde aquel día podía dejar de llamarse Jacob para pasar a llamarse Israel, que significa el que lucha con Dios, y que los miembros de su familia serían llamados israelitas.
CÓMO SE HIZO LA NOVELA
LA HISTORIA DE ELOY
CAPÍTULO 6
María comentó a su padre:
- No me ha gustado este capítulo. Es muy corto, no cuenta ninguna aventura y carece de personajes femeninos. Deberíamos eliminarlo, o ampliarlo contando alguna aventura de la familia de Jacob, o una historia de amor entre él y su mujer.
- No creo que debamos eliminarlo, porque Jacob es el padre de José, el penúltimo de los doce varones y su favorito, que será un protagonista importante en el próximo capítulos de esta aventura, por su relación con Eloy, pero si lo intentamos ampliar contando las aventuras de su familia, nos desviaremos demasiado del argumento de nuestra novela, porque la familia de Jacob era muy numerosa. Estaba compuesta por doce varones y un buen número de hembras de las que la Sagrada Escritura sólo menciona a una de ellas, y lo hace para justificar la matanza que los hijos de Jacob llevaron a cabo en un pueblo vecino. En cuanto a la historia de amor, podría pasarnos lo mismo, ya que Jacob tuvo cuatro mujeres.
- Eso es una muestra más del machismo reinante en aquella sociedad patriarcal, que queda patente cuando se relacionan a los hijos, siempre varones, de Adán, Noé, Abrahán, Isaac y el mismo Jacob, del que sólo se mencionan a los doce varones a pesar de que queda constancia de que al menos tuvo una hija –dijo María.
- Puede que tengas razón al decir que aquella sociedad era machista, pero los autores de la Biblia no lo eran, ya que, en ella, podemos encontrar a muchas mujeres que han tenido un gran protagonismo en la historia del pueblo de Israel. Raquel, la única mujer de la que Jacob estuvo verdaderamente enamorado, es un ejemplo de ello.
- ¿Cómo podía estar enamorado, si tuvo hijos con otras tres?
- Merece la pena detenerse un poco para ver el porqué de esa familia tan prolífica, y aunque no creo que debamos incluirla en nuestra novela, sí te la voy a contar a ti.
Tomás contó a María la historia de amor de Jacob y Raquel.
“Jacob se había enamorado locamente de Raquel, pero Labán, el padre de ésta, temía que si le concedía la mano de su hija, ésta se marcharía con Jacob a otras tierras tan lejanas, que le impedirían volverla a ver. Por eso y para que desistiese de su idea, le puso como condición que tuviese que trabajar para él durante siete años antes de poder desposarse con su hija. Labán sabía que Jacob había hecho trampas a su propio padre y estaba muy convencido de que ladrón que roba a ladrón tiene cien años de perdón, así que pensó que lo que era aplicable a los ladrones también podía servir para los tramposos, y se ensañó sin piedad haciéndole trampas al pobre Jacob. Para empezar, y al ver que éste había sido capaz de pagar el alto precio que había fijado por su hija Raquel, le dio gato por liebre el día de la boda, ya que la novia que acudió al desposorio, convenientemente tapada por un espeso y amplio velo que impedía su identificación, no fue Raquel sino Lía, su hermana mayor, que evidentemente era hija de Labán, por lo que éste, al menos en teoría, no había mentido. Jacob, después de haber pasado la noche con Lía, tuvo que aceptarla como esposa, pero no renunció a su idea inicial de conseguir a Raquel, y no tuvo inconveniente en trabajar otros siete años cuidando los rebaños de Labán. Tras catorce años pastoreando los rebaños de su suegro, al fin Jacob vio cumplido su deseo de casarse con la mujer de la que estaba enamorado. Pero no pudo marcharse porque Labán constantemente urdía nuevas trampas que, si estás interesada en conocer, puedes leer en el Génesis, y que obligaban a Jacob a permanecer a su servicio. Jacob, viendo que por las buenas le iba a ser imposible separarse de su suegro, no tuvo más remedio que escaparse con sus esposas, las esclavas de éstas y los muchos hijos que había tenido de las cuatro mujeres. Sabía que era una tarea difícil porque Labán los perseguiría y podría llegar a darles alcance, pero Raquel lo había animado y lo había convencido para que se diese a la fuga. Lo que no sabía Jacob era que su esposa había preparado una estrategia que le iba a permitir lograr su objetivo, sin tener que luchar contra Labán, que por una vez iba a tener que probar el sabor de esa amarga medicina que durante tantos años había hecho tragar a Jacob, es decir, que esta vez sería él el que cayese en la trampa. Al salir de la casa de su padre, Raquel se llevó, sin que nadie lo supiese, unos pequeños ídolos de oro que eran los dioses que adoraba su padre, para que en caso de ser alcanzados, Labán acusase a Jacob de ese delito, que era mucho mayor que el incumplimiento del tramposo trato que tenía con él.
Efectivamente, tras varios días de huida por el desierto, Labán les dio alcance y, delante de todos sus sirvientes y familiares, acusó a Jacob de haber robado los ídolos. Jacob, que no estaba al corriente de la jugada que Raquel había preparado, ofreció a Labán la posibilidad de registrar todo el campamento para poder demostrar la veracidad de aquellas graves acusaciones que estaba lanzando contra su persona, pero si no lo conseguía tendría que pedirle perdón y dejarlo marchar en paz. Labán accedió y comenzó un exhaustivo registro de todas las tiendas y todas las personas. Raquel había sacado los ídolos del lugar donde los escondía y los colocó bajo una silla de montar en camello, que estaba frente a su tienda, luego se sentó sobre ella y esperó con aplomo que llegase su padre para registrarla. Cuando éste terminó de registrar la tienda y se acercaba para registrar personalmente a su hija, ella le dijo:
־ Perdona que no me levante para besarte, pero estoy en el periodo de menstruación y no me encuentro en disposición de saludarte como tú te mereces.
En el desierto y huyendo de alguien que te persigue y te está pisando los talones, había que reservar el agua para beber y, por tanto, era imposible lavarse. Una mujer con la regla era algo tan repugnante y apestoso que hacía que la gente se apartase de ella como si se tratase de un leproso,
Labán prefirió no acercarse a su hija y tuvo que reconocer ante los suyos, que se había equivocado al acusar a Jacob, por lo que tuvo que cumplir su palabra y dejarlo marcharse en paz hacia la tierra que Dios había prometido a su abuelo Abraham.”
Y Tomás añadió:
- La peculiar manera en que Jacob consiguió su amplia familia y el hecho de que los hijos estuviesen repartidos entre cuatro madres distintas, permite entender las múltiples desavenencias que constantemente se producían entre los hermanos, y que se volvieron a producir entre las doce tribus que descienden de ellos, que sin embargo no dudaban en unirse como una piña a la hora de luchar contar un enemigo externo.
- ¿Hay alguna ley que regule el trato que hay que darle a las mujeres que estén en periodo de menstruación? -preguntó María.
- En el capítulo catorce de libro Levítico se dan las instrucciones para la purificación de los leprosos y con un tratamiento similar, en el capítulo quince, versículos 19 al 32, se dan las instrucciones sobre algunas impurezas de la mujer y entre otras cosas se dice: “Cuando una mujer tenga su periodo normal de menstruación, será considerada impura durante siete días. Cualquier cosa sobre la que ella se siente será considerada impura. Cualquiera que toque algún objeto sobre el que ella se haya sentado, deberá lavarse la ropa y lavarse a sí mismo con agua, y será considerado impuro hasta el anochecer”.
- ¿Estaba escrito el Levítico cuando Jacob conoció a Raquel?
- El Levítico fue escrito muchos años después, por los miembros de la tribu de Leví, el tercer hijo que Jacob tuvo con Lía, pero sus enseñanzas fueron siempre de gran importancia para los israelitas antes de que se pusiesen por escrito en un libro, y algunos de sus mandatos aún siguen vigentes en nuestros días para otros muchos pueblos y religiones. De hecho, la base fundamental de la predicación de Jesús está escrita en el capítulo 19 versículo 18 donde dice: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Y por supuesto muchas de las cosas escritas en él reflejan el pensamiento que habían tenido, desde hacía muchos años, los habitantes de aquella zona.
Avanzó Eloy un par de generaciones hasta llegar a la época en que el que había heredado el patriarcado de Abraham era uno de sus nietos, el llamado Jacob, que significaba talón. Lo llamaron así porque al nacer estaba agarrado al talón de su hermano. Algunos vieron en este hecho un símbolo de la intención que tenía Jacob de sujetar a su hermano y de ese modo ser él el primogénito. El nombre de Jacob se asoció de ese modo a la imagen de tramposo, y esta imagen quedó consolidada después de que Jacob engañara a su propio padre, haciéndose pasar por su hermano mayor, Esaú, para conseguir la bendición que le daba derecho a la herencia del patriarcado.
Jacob era un hombre práctico que pensaba que había que trabajar duro para conseguir lo que se quería, sin esperar que viniese Dios a regalárselo. Había oído a su padre contar las historias del abuelo Abraham, que, varias veces en su vida, había hablado con Dios, directamente o a través de un ángel que venía a visitarlo. Isaac le había contado a Jacob cómo aquel ángel le había salvado la vida cuando iba a ser sacrificado por Abraham, pero Jacob nunca había llegado a creérselas, hasta que una noche, Eloy se apareció a Jacob. Éste pensó que Eloy era un sueño y trató de apartarlo de su mente, pero Eloy no estaba en su mente, sino que era un holograma perfectamente visible por Jacob. Eloy estuvo toda la noche discutiendo con Jacob hasta lograr convencerlo de que él era un enviado de Dios. Entonces, Jacob le pidió perdón por haber engañado a su padre, cuando éste era ya muy anciano y estaba casi ciego, para conseguir la herencia, que por orden de nacimiento correspondía a su hermano Esaú, aunque se justificó contando a Eloy que en cierta ocasión, cuando él había preparado un guiso de lentejas, su hermano, que regresaba a casa cansado y hambriento, le pidió que le diese de comer, y él, aprovechando la ocasión, le pidió que a cambio le cediera su derecho de primogenitura. Esaú había accedido pensando que era una broma y que en todo caso no había testigos de aquel trato, por lo que nunca tendría que cumplir lo pactado. No había sido fácil convencerlo, la batalla dialéctica entre Eloy y Jacob había durado toda la noche, y al amanecer, Jacob pidió a Eloy que le permitiese presentárselo a sus hijos. Ambos se encontraban exhaustos, como si hubiesen estado combatiendo durante toda la noche, y Eloy dijo a los hijos de Jacob que Dios lo había perdonado y que desde aquel día podía dejar de llamarse Jacob para pasar a llamarse Israel, que significa el que lucha con Dios, y que los miembros de su familia serían llamados israelitas.
CÓMO SE HIZO LA NOVELA
LA HISTORIA DE ELOY
CAPÍTULO 6
María comentó a su padre:
- No me ha gustado este capítulo. Es muy corto, no cuenta ninguna aventura y carece de personajes femeninos. Deberíamos eliminarlo, o ampliarlo contando alguna aventura de la familia de Jacob, o una historia de amor entre él y su mujer.
- No creo que debamos eliminarlo, porque Jacob es el padre de José, el penúltimo de los doce varones y su favorito, que será un protagonista importante en el próximo capítulos de esta aventura, por su relación con Eloy, pero si lo intentamos ampliar contando las aventuras de su familia, nos desviaremos demasiado del argumento de nuestra novela, porque la familia de Jacob era muy numerosa. Estaba compuesta por doce varones y un buen número de hembras de las que la Sagrada Escritura sólo menciona a una de ellas, y lo hace para justificar la matanza que los hijos de Jacob llevaron a cabo en un pueblo vecino. En cuanto a la historia de amor, podría pasarnos lo mismo, ya que Jacob tuvo cuatro mujeres.
- Eso es una muestra más del machismo reinante en aquella sociedad patriarcal, que queda patente cuando se relacionan a los hijos, siempre varones, de Adán, Noé, Abrahán, Isaac y el mismo Jacob, del que sólo se mencionan a los doce varones a pesar de que queda constancia de que al menos tuvo una hija –dijo María.
- Puede que tengas razón al decir que aquella sociedad era machista, pero los autores de la Biblia no lo eran, ya que, en ella, podemos encontrar a muchas mujeres que han tenido un gran protagonismo en la historia del pueblo de Israel. Raquel, la única mujer de la que Jacob estuvo verdaderamente enamorado, es un ejemplo de ello.
- ¿Cómo podía estar enamorado, si tuvo hijos con otras tres?
- Merece la pena detenerse un poco para ver el porqué de esa familia tan prolífica, y aunque no creo que debamos incluirla en nuestra novela, sí te la voy a contar a ti.
Tomás contó a María la historia de amor de Jacob y Raquel.
“Jacob se había enamorado locamente de Raquel, pero Labán, el padre de ésta, temía que si le concedía la mano de su hija, ésta se marcharía con Jacob a otras tierras tan lejanas, que le impedirían volverla a ver. Por eso y para que desistiese de su idea, le puso como condición que tuviese que trabajar para él durante siete años antes de poder desposarse con su hija. Labán sabía que Jacob había hecho trampas a su propio padre y estaba muy convencido de que ladrón que roba a ladrón tiene cien años de perdón, así que pensó que lo que era aplicable a los ladrones también podía servir para los tramposos, y se ensañó sin piedad haciéndole trampas al pobre Jacob. Para empezar, y al ver que éste había sido capaz de pagar el alto precio que había fijado por su hija Raquel, le dio gato por liebre el día de la boda, ya que la novia que acudió al desposorio, convenientemente tapada por un espeso y amplio velo que impedía su identificación, no fue Raquel sino Lía, su hermana mayor, que evidentemente era hija de Labán, por lo que éste, al menos en teoría, no había mentido. Jacob, después de haber pasado la noche con Lía, tuvo que aceptarla como esposa, pero no renunció a su idea inicial de conseguir a Raquel, y no tuvo inconveniente en trabajar otros siete años cuidando los rebaños de Labán. Tras catorce años pastoreando los rebaños de su suegro, al fin Jacob vio cumplido su deseo de casarse con la mujer de la que estaba enamorado. Pero no pudo marcharse porque Labán constantemente urdía nuevas trampas que, si estás interesada en conocer, puedes leer en el Génesis, y que obligaban a Jacob a permanecer a su servicio. Jacob, viendo que por las buenas le iba a ser imposible separarse de su suegro, no tuvo más remedio que escaparse con sus esposas, las esclavas de éstas y los muchos hijos que había tenido de las cuatro mujeres. Sabía que era una tarea difícil porque Labán los perseguiría y podría llegar a darles alcance, pero Raquel lo había animado y lo había convencido para que se diese a la fuga. Lo que no sabía Jacob era que su esposa había preparado una estrategia que le iba a permitir lograr su objetivo, sin tener que luchar contra Labán, que por una vez iba a tener que probar el sabor de esa amarga medicina que durante tantos años había hecho tragar a Jacob, es decir, que esta vez sería él el que cayese en la trampa. Al salir de la casa de su padre, Raquel se llevó, sin que nadie lo supiese, unos pequeños ídolos de oro que eran los dioses que adoraba su padre, para que en caso de ser alcanzados, Labán acusase a Jacob de ese delito, que era mucho mayor que el incumplimiento del tramposo trato que tenía con él.
Efectivamente, tras varios días de huida por el desierto, Labán les dio alcance y, delante de todos sus sirvientes y familiares, acusó a Jacob de haber robado los ídolos. Jacob, que no estaba al corriente de la jugada que Raquel había preparado, ofreció a Labán la posibilidad de registrar todo el campamento para poder demostrar la veracidad de aquellas graves acusaciones que estaba lanzando contra su persona, pero si no lo conseguía tendría que pedirle perdón y dejarlo marchar en paz. Labán accedió y comenzó un exhaustivo registro de todas las tiendas y todas las personas. Raquel había sacado los ídolos del lugar donde los escondía y los colocó bajo una silla de montar en camello, que estaba frente a su tienda, luego se sentó sobre ella y esperó con aplomo que llegase su padre para registrarla. Cuando éste terminó de registrar la tienda y se acercaba para registrar personalmente a su hija, ella le dijo:
־ Perdona que no me levante para besarte, pero estoy en el periodo de menstruación y no me encuentro en disposición de saludarte como tú te mereces.
En el desierto y huyendo de alguien que te persigue y te está pisando los talones, había que reservar el agua para beber y, por tanto, era imposible lavarse. Una mujer con la regla era algo tan repugnante y apestoso que hacía que la gente se apartase de ella como si se tratase de un leproso,
Labán prefirió no acercarse a su hija y tuvo que reconocer ante los suyos, que se había equivocado al acusar a Jacob, por lo que tuvo que cumplir su palabra y dejarlo marcharse en paz hacia la tierra que Dios había prometido a su abuelo Abraham.”
Y Tomás añadió:
- La peculiar manera en que Jacob consiguió su amplia familia y el hecho de que los hijos estuviesen repartidos entre cuatro madres distintas, permite entender las múltiples desavenencias que constantemente se producían entre los hermanos, y que se volvieron a producir entre las doce tribus que descienden de ellos, que sin embargo no dudaban en unirse como una piña a la hora de luchar contar un enemigo externo.
- ¿Hay alguna ley que regule el trato que hay que darle a las mujeres que estén en periodo de menstruación? -preguntó María.
- En el capítulo catorce de libro Levítico se dan las instrucciones para la purificación de los leprosos y con un tratamiento similar, en el capítulo quince, versículos 19 al 32, se dan las instrucciones sobre algunas impurezas de la mujer y entre otras cosas se dice: “Cuando una mujer tenga su periodo normal de menstruación, será considerada impura durante siete días. Cualquier cosa sobre la que ella se siente será considerada impura. Cualquiera que toque algún objeto sobre el que ella se haya sentado, deberá lavarse la ropa y lavarse a sí mismo con agua, y será considerado impuro hasta el anochecer”.
- ¿Estaba escrito el Levítico cuando Jacob conoció a Raquel?
- El Levítico fue escrito muchos años después, por los miembros de la tribu de Leví, el tercer hijo que Jacob tuvo con Lía, pero sus enseñanzas fueron siempre de gran importancia para los israelitas antes de que se pusiesen por escrito en un libro, y algunos de sus mandatos aún siguen vigentes en nuestros días para otros muchos pueblos y religiones. De hecho, la base fundamental de la predicación de Jesús está escrita en el capítulo 19 versículo 18 donde dice: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Y por supuesto muchas de las cosas escritas en él reflejan el pensamiento que habían tenido, desde hacía muchos años, los habitantes de aquella zona.
martes, 9 de noviembre de 2010
CAPÍTULO 5, ABRAHAM
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Eloy, después de hablar con el recaudador de Nazaret, se desplazó hasta Magdala para contactar con Matías que era el recaudador de aquel pueblo y, con su ayuda, poder comunicarse con María. Al llegar al pueblo, se sorprendió al ver la gran cantidad de soldados romanos que allí había, pero esto le permitió comunicarse fácilmente y ponerse al día de la situación. Al enterarse de que María y su familia habían huido, se convenció de que no tenía sentido permanecer más tiempo en esa época.
Pensó que lo único positivo sería trabajar duro para conseguir viajar al futuro y centrar sus objetivos en la lucha contra la energía nuclear, pero aún no había resuelto la forma de hacerlo y además necesitaba afianzar, de la forma más exacta posible, sus coordenadas temporales. Para ello se trasladó a Egipto saltando cuarenta años atrás, a la época en que Cleopatra era reina de Egipto y amante de Julio César, que hacía unos años acababa de reformar el calendario. Ello le iba a permitir controlar con más exactitud los cálculos que debía realizar para su viaje de vuelta. La presencia romana en Egipto le permitiría comunicarse e incluso aprender el idioma de los egipcios.
En Egipto conoció a Julio César, el hombre que había amurallado a Híspalis, la ciudad donde Eloy había nacido, a la que los romanos habían llamado así porque al llegar a ella se encontraron unas casas que, para poder sobrevivir en las etapas de crecida del río que los romanos llamaban Betis, estaban construidas sobre palos. Y eso es lo que significa “hispalis”, sobre palos.
Estuvo varios años intentando que su nave pudiese avanzar en el tiempo. Llegó a dominar el idioma de los egipcios, pero cuando se decidió a viajar en el tiempo, no pudo conseguir su objetivo y el salto volvió a ser hacia atrás. Siguió viajando por otras etapas de la historia de esa gran civilización. Pudo contemplar una terrible sequía que duró siete años y llenó de miseria y hambre a toda la población, y que sin embargo había estado precedida por otros siete de espléndidas cosechas.
Retrocediendo cien años, se desplazó Eloy hasta las tierras irrigadas por los ríos Tigris y Eufrates y allí, en una ciudad llamada Ur, conoció a un hombre rico cuyo nombre era Abram. Éste poseía grandes rebaños heredados de su padre y un gran número de esclavos que trabajaban a su servicio. Eloy había viajado ya por toda la historia y no deseaba seguir retrocediendo. Después de casi un año sin poder conseguir que su nave volviese al futuro, estaba deprimido y pensando en darse por vencido. Seguramente su esposa habría tenido que padecer los horrores de una guerra nuclear y ya estaría muerta. Como cada noche proyectó el holograma de Carmen y se durmió escuchándola y, como casi siempre, volvió a soñar con ella, que le animó a no desfallecer y a seguir trabajando. Al despertarse vio que la despensa estaba vacía y se dispuso para conseguir comida. Esto no le suponía ningún problema ya que el rayo láser le permitía cazar o derribar ramas de árboles de las que luego recogía los frutos con el brazo mecánico de la nave. Otras veces se presentaba a los hombres en forma de holograma y les ayudaba a cazar, con lo que conseguía que ellos, en agradecimiento le ofrendasen todo tipo de alimentos ya cocinados. Se quedó a vivir con Abram y sus gentes, estudiándolos atentamente hasta poder conseguir hablar su idioma. Los hombres lo tomaban fácilmente como a un dios, pero él lo que deseaba era poder comunicarse con alguien y tener un amigo al que poder contarle sus penas. Estaba seguro de que nadie iba a entenderlo si decía toda la verdad, pero al menos lo entenderían si les contaba que se sentía solo y que necesitaba sentirse amado. Abram lo tomaba por un ángel y estaba muy contento con su presencia, por lo que ofrecía frecuentemente sacrificios a Dios. Naturalmente, esos sacrificios eran puntualmente recogidos por Eloy que de esa forma se ahorraba el tener que cazar y cocinar, con lo que le quedaba más tiempo libre para dedicarse a intentar que su nave pudiese viajar al futuro. Por fin Eloy consiguió lo que tanto había deseado y lo anotó gozoso en el diario de navegación. Como había prometido hizo la anotación en forma de carta a su amada esposa. “Querida Carmen, al fin lo he conseguido. Mañana el Ave Fénix podrá viajar hacia el futuro. No será tan fácil como yo hubiese deseado, ya que solo podré dar un pequeño salto en el tiempo y luego necesitaré un largo periodo de espera, recargando energía para poder dar el siguiente salto, pero éste podrá ser más largo y así sucesivamente. Poco a poco iré avanzando hasta poder reunirme contigo. Según mis cálculos, habrán pasado diez años desde nuestra separación hasta que podamos volver a vernos, y tal como iban las cosas en nuestra época, es muy posible que la guerra haya borrado al ser humano de la faz de la Tierra, pero yo iré haciendo todo lo que crea conveniente para evitar ese desenlace fatal.”
A la mañana siguiente, Eloy se presentó ante Abram para despedirse de él durante algún tiempo, aunque prometiéndole que volverían a verse.
Abram le dijo:
- Antes de que desaparezcas quisiera pedirte un favor.
- Si está en mi mano te lo concederé.
- Como tú sabes, mi padre ha tenido varias esposas, y de una de ellas tuvo a Saraí, de la que estoy enamorado. Solicito, por tanto, tu bendición y tu permiso para desposarme con ella aunque seamos hermanastros y eso no esté permitido por la ley, pero yo sé que la ley viene de Dios y por ello te pido que hagas una excepción y me permitas tomarla por esposa.
- Te lo permito y te doy mi bendición, pero no es bueno que des escándalo a los de tu pueblo, porque todos se creerían con derecho a adaptar la ley según su conveniencia y esto llevaría a los tuyos al caos.
- Tú podrías presentarte ante ellos y hablar en mi favor.
- No podré ayudarte a convencer a tus familiares y vecinos, porque tengo que marcharme. Ellos no lo aceptarán y os condenarán a muerte.
- Aconséjame y haré lo que me mandes, pero no me pidas que renuncie a ella.
- Toma a Sarai y sal de Ur de Caldea para irte a vivir a otra tierra donde nadie os conozca y podáis encontrar la felicidad, pero para evitar que alguna vez puedan tener noticias de vosotros, os cambiareis de nombre. A partir de ahora tú te llamarás Abraham y ella se llamará Sara.
Abraham tomó a Sara y se marchó, con parte de sus rebaños, hacia el oeste, esperando encontrar la tierra donde él pensaba que Dios le había prometido que encontraría la felicidad.
Eloy consiguió, al fin, dar con su nave el tan ansiado salto hacia el futuro. Fueron solo unos meses, pero era el primer paso del camino que debía recorrer para reencontrar a su amada Carmen.
Sabía que Abraham se había desplazado hacia el oeste buscando el río Jordán y el mar Mediterráneo, así que allá se dirigió con su nave y recorrió el curso del río desde el mar de Galilea hasta el mar Muerto, sin encontrar ningún indicio que lo pudiera llevar hasta su amigo. El Jordán apenas llevaba agua y toda la tierra estaba reseca debido a una larga sequía. Eloy pensó que Abraham habría huido de la sequía buscando otras tierras donde poder encontrar pastos para sus rebaños. Egipto estaba regado por el Nilo, un larguísimo río que tomaba sus aguas de las lluvias tropicales que, periódicamente, caían mucho más al sur. Se dirigió Eloy hacia Egipto y allí encontró a Abraham que, al verlo, se postró a sus pies llorando de gozo por haber vuelto a encontrar a su Dios, porque Abraham no estaba seguro de si Eloy era un ángel que Dios le enviaba o el mismo Dios que venía a visitarlo. Cuando Eloy le preguntó por Sara, Abraham le contó lo que le había pasado.
- Mi señor, tuve miedo de que quisieran quitarme a Sara, y como ningún egipcio se atrevería a tomar por esposa a una mujer que pertenece a otro hombre que aun está vivo, temí que quisieran matarme para poder quedarse con ella. La escondí mientras pude, pero cuando al final descubrieron su presencia, se me ocurrió que sería mejor presentarla como mi hermana y no como mi esposa, de esa forma no faltaría a la verdad y conseguiría salvar la vida, aunque me vi obligado a vender a Sara. Ahora ella es la favorita entre las esposas del hombre más rico de la ciudad y naturalmente vive con él en su casa.
- No temas, porque yo te ayudaré a rescatarla.
Eloy se presentó ante el hombre que había comprado a Sara y lo recriminó por estar viviendo con una mujer que estaba ya casada con otro, advirtiéndole de que si no la devolvía a su marido y lo compensaba por el daño que le había infringido, tendría que enfrentarse a grandes calamidades. Entonces el poderoso egipcio llamó a Abraham y le reprochó que lo hubiese engañado, pero aun así le dio animales y esclavos a condición de que saliese inmediatamente de Egipto con su esposa.
Entre los esclavos que Abraham había recibido, había una bella egipcia llamada Agar, que se dedicaba al servicio personal de Sara.
Como quiera que Sara no había podido darle hijos a Abraham, éste pensaba que era un castigo de Dios por haber tomado por esposa a su hermanastra, pero al ver que tampoco había quedado embarazada durante el tiempo en que fue esposa de otro hombre, creyó que ella era estéril, y entonces pidió a Eloy que le permitiese desposarse con Agar. Eloy accedió a la petición de su amigo y se despidió de él, prometiéndole que tendrían un próximo encuentro en el futuro.
Abraham tuvo un hijo de Agar al que puso por nombre Ismael. Estaba muy encariñado con él, y como consecuencia de este cariño iba aumentando también el que sentía hacia su madre. Abraham tenía por entonces noventa y nueve años. Al ver Sara que Agar se estaba apoderando del corazón de Abraham, luchó por recuperar su amor y consiguió darle un hijo al que llamaron Isaac. Tenía Abrahán cien años egipcios cuando nació su hijo Isaac, que ya era una edad muy avanzada para lo que un hombre normal solía vivir en aquella época.
Pero Isaac no podía competir con su hermano mayor Ismael y la pugna entre las dos esposas por conseguir el primer puesto ante su marido, se proyectaba hacia los niños, que empezaron también a enemistarse. Naturalmente, Isaac que era el más débil llevaba siempre las de perder. Entonces Sara convenció a Abraham para que echara de su campamento a Ismael y a su madre. Abraham había tomado un gran aprecio a Ismael y a su madre y sabía que le iba a costar mucho el acostumbrarse a vivir sin ellos, pero tuvo que acceder a los deseos de Sara, porque veía que era imposible que reinase la paz entre ambas mujeres, y puestos a elegir estaba muy claro cual iba a ser su decisión. Pero pasaron los años y el remordimiento por la injusticia cometida contra su mujer y su hijo no abandonaba la mente de Abraham. Constantemente hacía sacrificios a Dios para que lo perdonase y esperaba que volviese a aparecer Eloy como prueba de que Dios lo había perdonado, pero Eloy no aparecía. Abraham no podía soportar la vida con una carga tan pesada gravitando constantemente sobre su conciencia. Ya no le importaba tener una gran descendencia sino poder vivir en paz. Desesperado, llegó a la conclusión de que la única forma de alcanzar el perdón era sacrificar aquello que más quería en la vida, es decir su hijo Isaac. Pidió a su hijo que lo acompañara al monte para ofrecer un sacrificio. Por el camino, Isaac le dijo:
- Padre, llevamos la leña para hacer el fuego y el cuchillo para matar a la víctima, pero, ¿Cuál será el animal que sacrificaremos?
- No te preocupes por ello porque en su momento Dios nos lo proporcionará.
Abraham había perdido ya a su primogénito Ismael, por haber decidido a algo que nunca había querido, pero que se había visto obligado a hacer para satisfacer a Sara, y ahora estaba dispuesto a hacer algo, que tampoco quería y por lo que Sara nunca lo podría perdonar, pero él buscaba desesperadamente a Dios y necesitaba a toda costa obtener su perdón, ya no le importaban sus descendientes, ni sus sueños.
Por fortuna para Isaac, el salto de Eloy en el tiempo lo había llevado justo a aquel momento, y al preguntar a Sara donde estaba su esposo, ésta le dijo que había ido al monte a ofrecer un sacrificio.
Al llegar a la cima de la colina, se llenó de gozo el corazón de Abrahán al notar la presencia de Eloy.
־ Por fin has vuelto. Ha sido muy duro para mí tener que tomar esta decisión, pero ya veo que era lo único que podía hacer para alcanzar el perdón de Dios.
־ ¿A qué te refieres?
־ A que mis pecados han ofendido tanto a Dios, que ya nada podía hacer para que Él se acercase a mí de nuevo, por eso he decidido sacrificar a mi hijo, que es lo que más quiero, y veo que mi decisión ha sido acertada, porque tú has vuelto a venir.
- Escucha Abraham: Dios no quiere que sacrifiques a tu hijo, por eso me ha enviado, por eso y porque quiere que te diga que te ha perdonado tus pecados y desea que seas feliz. Estaré contigo un tiempo y luego me marcharé para siempre porque hay otros hombres que también necesitan mi ayuda.
Abraham vivió feliz el resto de su vida sabiendo que Dios lo quería y le perdonaba sus pecados. Tras la muerte de Sara, cuando ésta tenía ciento veinte años, Abraham se casó con Cétura y tuvo con ella seis hijos, y murió a los ciento setenta y cinco años.
CÓMO SE HIZO LA NOVELA
LA HISTORIA DE ELOY
CAPÍTULO 5
María comentó a su padre:
- La historia de Abraham es muy interesante, pero hay en ella varias cosas que son difíciles de creer: Casarse con su hermana, venderla a otro hombre, abandonar a su primogénito, intentar matar al único hijo que le quedaba.
- En el libro del Génesis, la historia de Abraham ocupa desde el capítulo12 al 25, ambos incluidos. Lo que se cuenta en este capítulo, de nuestra novela, es una ficción basada en los textos bíblicos y a veces, sorprende que lo que parece más inverosímil es casi textual. Por ejemplo, en el capítulo 12, del Génesis, se puede leer en el versículo 19, lo que le dice el faraón a Abraham: “¿Por qué dijiste: Es mi hermana, de manera que yo me la tomara por mujer? Ahora, pues, ahí tienes a tu mujer; tómala y vete”. Y en el capítulo 20, vemos que casi se repite la historia, aunque en este caso, no con el faraón de Egipto, sino con el rey de un lugar llamado Guerar.
- Y ¿qué me dices de que muriera a los 175 años y que tuviese un hijo con 100?
- Son datos sacados de la Biblia, pero sin duda se refieren a estaciones de años egipcios, es decir que tuvo a Isaac con poco más de treinta y tres años solares y murió antes de cumplir los 59, ya que los egipcios dividían el año solar en tres estaciones: la inundación o época de crecida, que duraba aproximadamente tres meses; la aparición de los campos al retirarse el agua, que duraba cinco meses; y la sequía que permanecía cuatro meses, para volver a repetirse el ciclo. Los astrónomos llegaron a conocer con bastante exactitud la duración de los años solares, pero el pueblo llano lo que veía eran estas etapas que marcaba el Nilo, y puede que midieran su edad por el número de estas etapas que vivían, y que se iniciaban con la crecida del Nilo, la siembra y la cosecha.
- ¿De dónde has sacado eso de los años egipcios?
- Lo miré en Internet aunque en este momento no recuerdo donde, pero no vale la pena que nos paremos a buscarlo, porque no estamos escribiendo un libro histórico, sino una ficción, y no necesitamos demostrar nuestras afirmaciones, y si a veces lo hacemos es sólo por orientar al posible lector de nuestras historias.
- Hablando de otra cosa. Hemos hecho que Eloy coincida con Julio César, porque tenía que fijar las coordenadas temporales, pero ¿por qué no nos hemos quedado más tiempo con él para aprovechar sus múltiples aventuras?
- Porque si iniciásemos una rama de tales dimensiones, nos apartaríamos del esquema general de nuestra novela, que está en mi mente hace muchos años.
- Pero Julio César es el fundador de Sevilla, y a mí me gustaría saber cómo fue la fundación de mi ciudad. Si no vamos a incluirla en la novela, al menos cuéntamela.
- Ya que estás tan interesada, te contaré algo, pero para empezar he de decirte que la ciudad a la que los romanos llamaron Híspalis, ya estaba aquí cuando ellos llegaron. Hace varios años, cuando empezamos a escribir esta historia, ya te comenté algo de esto, pero como estás interesada en conocer más sobre el tema, te contaré mi versión de la leyenda. Porque las leyendas, al no ser historia, se pueden ir modificando cada vez que se cuentan. Según la leyenda, la ciudad había sido edificada, por Hércules, en la margen derecha de aquel gran río, y muy cerca de su desembocadura. Los tartesios, que eran los habitantes de aquella zona, vivían en una cornisa elevada, que estaba a salvo de las grandes crecidas que se producían todos los inviernos. Ellos dieron a Hércules esos terrenos inundables en pago por unos trabajos que les había realizado. Sabían que allí era imposible fundar una ciudad y que Hércules tendría que abandonar su idea después del primer invierno, pero Hércules, que no sólo era famoso por su fuerza sino también por su inteligencia, construyó las casas sobre palos para que de esta forma las viviendas se mantuviesen habitables aún en las épocas de crecida. Pero Cesar quiso construir allí un gran puerto desde donde pudiese mandar a Roma las muchas riquezas de la región Bética. Para construir una ciudad al estilo romano decidió cercarla con una muralla que la protegiese del río. Así nació la nueva Híspalis, que conservó ese nombre en recuerdo de la astucia de su fundador, pero que ya no tenía las casas elevadas sobre palos. Julio se casó en Hispalis y cuando estaba a punto de nacer su primer hijo, los augurios anunciaron que ese primer hijo lo mataría. Para protegerse, y desoyendo las súplicas de su esposa para que tuviese piedad de su hijo, la abandonó y mando que ese niño fuese ejecutado en cuanto naciese, y que lo enterrasen debajo de la muralla que se estaba construyendo. Pero el destino, que no es fácil de burlar, quiso que aquella mujer pariese dos gemelos y, en venganza por el mal trato recibido de su esposo, entregó a los soldados a su segundo hijo para que se cumpliese, en él, el dictado de Cesar, pero ocultó al otro, al que puso por nombre Bruto, y lo preparó para que años más tarde, en el senado de Roma, pudiese consumar su venganza, matando a su padre, que sin saber que era su padre natural, lo había adoptado como hijo. Tras ser apuñalado, Julio César miró a Bruto y le dijo, preguntándose el motivo de aquella aparente sin razón: “¿tú también? hijo mío”. De todo esto que te he contado, sólo una pequeña parte está reconocida como histórica. Lo demás forma parte de una de las muchas leyendas de Sevilla.
- Y ¿cuál es la parte histórica? -preguntó María.
- La verdad es que Híspalis existió, que Julio César la amuralló y que Bruto mató a César. Lo demás es leyenda, pero dicen que todas las leyendas esconden entre sus fantasías un poco de verdad.
Eloy, después de hablar con el recaudador de Nazaret, se desplazó hasta Magdala para contactar con Matías que era el recaudador de aquel pueblo y, con su ayuda, poder comunicarse con María. Al llegar al pueblo, se sorprendió al ver la gran cantidad de soldados romanos que allí había, pero esto le permitió comunicarse fácilmente y ponerse al día de la situación. Al enterarse de que María y su familia habían huido, se convenció de que no tenía sentido permanecer más tiempo en esa época.
Pensó que lo único positivo sería trabajar duro para conseguir viajar al futuro y centrar sus objetivos en la lucha contra la energía nuclear, pero aún no había resuelto la forma de hacerlo y además necesitaba afianzar, de la forma más exacta posible, sus coordenadas temporales. Para ello se trasladó a Egipto saltando cuarenta años atrás, a la época en que Cleopatra era reina de Egipto y amante de Julio César, que hacía unos años acababa de reformar el calendario. Ello le iba a permitir controlar con más exactitud los cálculos que debía realizar para su viaje de vuelta. La presencia romana en Egipto le permitiría comunicarse e incluso aprender el idioma de los egipcios.
En Egipto conoció a Julio César, el hombre que había amurallado a Híspalis, la ciudad donde Eloy había nacido, a la que los romanos habían llamado así porque al llegar a ella se encontraron unas casas que, para poder sobrevivir en las etapas de crecida del río que los romanos llamaban Betis, estaban construidas sobre palos. Y eso es lo que significa “hispalis”, sobre palos.
Estuvo varios años intentando que su nave pudiese avanzar en el tiempo. Llegó a dominar el idioma de los egipcios, pero cuando se decidió a viajar en el tiempo, no pudo conseguir su objetivo y el salto volvió a ser hacia atrás. Siguió viajando por otras etapas de la historia de esa gran civilización. Pudo contemplar una terrible sequía que duró siete años y llenó de miseria y hambre a toda la población, y que sin embargo había estado precedida por otros siete de espléndidas cosechas.
Retrocediendo cien años, se desplazó Eloy hasta las tierras irrigadas por los ríos Tigris y Eufrates y allí, en una ciudad llamada Ur, conoció a un hombre rico cuyo nombre era Abram. Éste poseía grandes rebaños heredados de su padre y un gran número de esclavos que trabajaban a su servicio. Eloy había viajado ya por toda la historia y no deseaba seguir retrocediendo. Después de casi un año sin poder conseguir que su nave volviese al futuro, estaba deprimido y pensando en darse por vencido. Seguramente su esposa habría tenido que padecer los horrores de una guerra nuclear y ya estaría muerta. Como cada noche proyectó el holograma de Carmen y se durmió escuchándola y, como casi siempre, volvió a soñar con ella, que le animó a no desfallecer y a seguir trabajando. Al despertarse vio que la despensa estaba vacía y se dispuso para conseguir comida. Esto no le suponía ningún problema ya que el rayo láser le permitía cazar o derribar ramas de árboles de las que luego recogía los frutos con el brazo mecánico de la nave. Otras veces se presentaba a los hombres en forma de holograma y les ayudaba a cazar, con lo que conseguía que ellos, en agradecimiento le ofrendasen todo tipo de alimentos ya cocinados. Se quedó a vivir con Abram y sus gentes, estudiándolos atentamente hasta poder conseguir hablar su idioma. Los hombres lo tomaban fácilmente como a un dios, pero él lo que deseaba era poder comunicarse con alguien y tener un amigo al que poder contarle sus penas. Estaba seguro de que nadie iba a entenderlo si decía toda la verdad, pero al menos lo entenderían si les contaba que se sentía solo y que necesitaba sentirse amado. Abram lo tomaba por un ángel y estaba muy contento con su presencia, por lo que ofrecía frecuentemente sacrificios a Dios. Naturalmente, esos sacrificios eran puntualmente recogidos por Eloy que de esa forma se ahorraba el tener que cazar y cocinar, con lo que le quedaba más tiempo libre para dedicarse a intentar que su nave pudiese viajar al futuro. Por fin Eloy consiguió lo que tanto había deseado y lo anotó gozoso en el diario de navegación. Como había prometido hizo la anotación en forma de carta a su amada esposa. “Querida Carmen, al fin lo he conseguido. Mañana el Ave Fénix podrá viajar hacia el futuro. No será tan fácil como yo hubiese deseado, ya que solo podré dar un pequeño salto en el tiempo y luego necesitaré un largo periodo de espera, recargando energía para poder dar el siguiente salto, pero éste podrá ser más largo y así sucesivamente. Poco a poco iré avanzando hasta poder reunirme contigo. Según mis cálculos, habrán pasado diez años desde nuestra separación hasta que podamos volver a vernos, y tal como iban las cosas en nuestra época, es muy posible que la guerra haya borrado al ser humano de la faz de la Tierra, pero yo iré haciendo todo lo que crea conveniente para evitar ese desenlace fatal.”
A la mañana siguiente, Eloy se presentó ante Abram para despedirse de él durante algún tiempo, aunque prometiéndole que volverían a verse.
Abram le dijo:
- Antes de que desaparezcas quisiera pedirte un favor.
- Si está en mi mano te lo concederé.
- Como tú sabes, mi padre ha tenido varias esposas, y de una de ellas tuvo a Saraí, de la que estoy enamorado. Solicito, por tanto, tu bendición y tu permiso para desposarme con ella aunque seamos hermanastros y eso no esté permitido por la ley, pero yo sé que la ley viene de Dios y por ello te pido que hagas una excepción y me permitas tomarla por esposa.
- Te lo permito y te doy mi bendición, pero no es bueno que des escándalo a los de tu pueblo, porque todos se creerían con derecho a adaptar la ley según su conveniencia y esto llevaría a los tuyos al caos.
- Tú podrías presentarte ante ellos y hablar en mi favor.
- No podré ayudarte a convencer a tus familiares y vecinos, porque tengo que marcharme. Ellos no lo aceptarán y os condenarán a muerte.
- Aconséjame y haré lo que me mandes, pero no me pidas que renuncie a ella.
- Toma a Sarai y sal de Ur de Caldea para irte a vivir a otra tierra donde nadie os conozca y podáis encontrar la felicidad, pero para evitar que alguna vez puedan tener noticias de vosotros, os cambiareis de nombre. A partir de ahora tú te llamarás Abraham y ella se llamará Sara.
Abraham tomó a Sara y se marchó, con parte de sus rebaños, hacia el oeste, esperando encontrar la tierra donde él pensaba que Dios le había prometido que encontraría la felicidad.
Eloy consiguió, al fin, dar con su nave el tan ansiado salto hacia el futuro. Fueron solo unos meses, pero era el primer paso del camino que debía recorrer para reencontrar a su amada Carmen.
Sabía que Abraham se había desplazado hacia el oeste buscando el río Jordán y el mar Mediterráneo, así que allá se dirigió con su nave y recorrió el curso del río desde el mar de Galilea hasta el mar Muerto, sin encontrar ningún indicio que lo pudiera llevar hasta su amigo. El Jordán apenas llevaba agua y toda la tierra estaba reseca debido a una larga sequía. Eloy pensó que Abraham habría huido de la sequía buscando otras tierras donde poder encontrar pastos para sus rebaños. Egipto estaba regado por el Nilo, un larguísimo río que tomaba sus aguas de las lluvias tropicales que, periódicamente, caían mucho más al sur. Se dirigió Eloy hacia Egipto y allí encontró a Abraham que, al verlo, se postró a sus pies llorando de gozo por haber vuelto a encontrar a su Dios, porque Abraham no estaba seguro de si Eloy era un ángel que Dios le enviaba o el mismo Dios que venía a visitarlo. Cuando Eloy le preguntó por Sara, Abraham le contó lo que le había pasado.
- Mi señor, tuve miedo de que quisieran quitarme a Sara, y como ningún egipcio se atrevería a tomar por esposa a una mujer que pertenece a otro hombre que aun está vivo, temí que quisieran matarme para poder quedarse con ella. La escondí mientras pude, pero cuando al final descubrieron su presencia, se me ocurrió que sería mejor presentarla como mi hermana y no como mi esposa, de esa forma no faltaría a la verdad y conseguiría salvar la vida, aunque me vi obligado a vender a Sara. Ahora ella es la favorita entre las esposas del hombre más rico de la ciudad y naturalmente vive con él en su casa.
- No temas, porque yo te ayudaré a rescatarla.
Eloy se presentó ante el hombre que había comprado a Sara y lo recriminó por estar viviendo con una mujer que estaba ya casada con otro, advirtiéndole de que si no la devolvía a su marido y lo compensaba por el daño que le había infringido, tendría que enfrentarse a grandes calamidades. Entonces el poderoso egipcio llamó a Abraham y le reprochó que lo hubiese engañado, pero aun así le dio animales y esclavos a condición de que saliese inmediatamente de Egipto con su esposa.
Entre los esclavos que Abraham había recibido, había una bella egipcia llamada Agar, que se dedicaba al servicio personal de Sara.
Como quiera que Sara no había podido darle hijos a Abraham, éste pensaba que era un castigo de Dios por haber tomado por esposa a su hermanastra, pero al ver que tampoco había quedado embarazada durante el tiempo en que fue esposa de otro hombre, creyó que ella era estéril, y entonces pidió a Eloy que le permitiese desposarse con Agar. Eloy accedió a la petición de su amigo y se despidió de él, prometiéndole que tendrían un próximo encuentro en el futuro.
Abraham tuvo un hijo de Agar al que puso por nombre Ismael. Estaba muy encariñado con él, y como consecuencia de este cariño iba aumentando también el que sentía hacia su madre. Abraham tenía por entonces noventa y nueve años. Al ver Sara que Agar se estaba apoderando del corazón de Abraham, luchó por recuperar su amor y consiguió darle un hijo al que llamaron Isaac. Tenía Abrahán cien años egipcios cuando nació su hijo Isaac, que ya era una edad muy avanzada para lo que un hombre normal solía vivir en aquella época.
Pero Isaac no podía competir con su hermano mayor Ismael y la pugna entre las dos esposas por conseguir el primer puesto ante su marido, se proyectaba hacia los niños, que empezaron también a enemistarse. Naturalmente, Isaac que era el más débil llevaba siempre las de perder. Entonces Sara convenció a Abraham para que echara de su campamento a Ismael y a su madre. Abraham había tomado un gran aprecio a Ismael y a su madre y sabía que le iba a costar mucho el acostumbrarse a vivir sin ellos, pero tuvo que acceder a los deseos de Sara, porque veía que era imposible que reinase la paz entre ambas mujeres, y puestos a elegir estaba muy claro cual iba a ser su decisión. Pero pasaron los años y el remordimiento por la injusticia cometida contra su mujer y su hijo no abandonaba la mente de Abraham. Constantemente hacía sacrificios a Dios para que lo perdonase y esperaba que volviese a aparecer Eloy como prueba de que Dios lo había perdonado, pero Eloy no aparecía. Abraham no podía soportar la vida con una carga tan pesada gravitando constantemente sobre su conciencia. Ya no le importaba tener una gran descendencia sino poder vivir en paz. Desesperado, llegó a la conclusión de que la única forma de alcanzar el perdón era sacrificar aquello que más quería en la vida, es decir su hijo Isaac. Pidió a su hijo que lo acompañara al monte para ofrecer un sacrificio. Por el camino, Isaac le dijo:
- Padre, llevamos la leña para hacer el fuego y el cuchillo para matar a la víctima, pero, ¿Cuál será el animal que sacrificaremos?
- No te preocupes por ello porque en su momento Dios nos lo proporcionará.
Abraham había perdido ya a su primogénito Ismael, por haber decidido a algo que nunca había querido, pero que se había visto obligado a hacer para satisfacer a Sara, y ahora estaba dispuesto a hacer algo, que tampoco quería y por lo que Sara nunca lo podría perdonar, pero él buscaba desesperadamente a Dios y necesitaba a toda costa obtener su perdón, ya no le importaban sus descendientes, ni sus sueños.
Por fortuna para Isaac, el salto de Eloy en el tiempo lo había llevado justo a aquel momento, y al preguntar a Sara donde estaba su esposo, ésta le dijo que había ido al monte a ofrecer un sacrificio.
Al llegar a la cima de la colina, se llenó de gozo el corazón de Abrahán al notar la presencia de Eloy.
־ Por fin has vuelto. Ha sido muy duro para mí tener que tomar esta decisión, pero ya veo que era lo único que podía hacer para alcanzar el perdón de Dios.
־ ¿A qué te refieres?
־ A que mis pecados han ofendido tanto a Dios, que ya nada podía hacer para que Él se acercase a mí de nuevo, por eso he decidido sacrificar a mi hijo, que es lo que más quiero, y veo que mi decisión ha sido acertada, porque tú has vuelto a venir.
- Escucha Abraham: Dios no quiere que sacrifiques a tu hijo, por eso me ha enviado, por eso y porque quiere que te diga que te ha perdonado tus pecados y desea que seas feliz. Estaré contigo un tiempo y luego me marcharé para siempre porque hay otros hombres que también necesitan mi ayuda.
Abraham vivió feliz el resto de su vida sabiendo que Dios lo quería y le perdonaba sus pecados. Tras la muerte de Sara, cuando ésta tenía ciento veinte años, Abraham se casó con Cétura y tuvo con ella seis hijos, y murió a los ciento setenta y cinco años.
CÓMO SE HIZO LA NOVELA
LA HISTORIA DE ELOY
CAPÍTULO 5
María comentó a su padre:
- La historia de Abraham es muy interesante, pero hay en ella varias cosas que son difíciles de creer: Casarse con su hermana, venderla a otro hombre, abandonar a su primogénito, intentar matar al único hijo que le quedaba.
- En el libro del Génesis, la historia de Abraham ocupa desde el capítulo12 al 25, ambos incluidos. Lo que se cuenta en este capítulo, de nuestra novela, es una ficción basada en los textos bíblicos y a veces, sorprende que lo que parece más inverosímil es casi textual. Por ejemplo, en el capítulo 12, del Génesis, se puede leer en el versículo 19, lo que le dice el faraón a Abraham: “¿Por qué dijiste: Es mi hermana, de manera que yo me la tomara por mujer? Ahora, pues, ahí tienes a tu mujer; tómala y vete”. Y en el capítulo 20, vemos que casi se repite la historia, aunque en este caso, no con el faraón de Egipto, sino con el rey de un lugar llamado Guerar.
- Y ¿qué me dices de que muriera a los 175 años y que tuviese un hijo con 100?
- Son datos sacados de la Biblia, pero sin duda se refieren a estaciones de años egipcios, es decir que tuvo a Isaac con poco más de treinta y tres años solares y murió antes de cumplir los 59, ya que los egipcios dividían el año solar en tres estaciones: la inundación o época de crecida, que duraba aproximadamente tres meses; la aparición de los campos al retirarse el agua, que duraba cinco meses; y la sequía que permanecía cuatro meses, para volver a repetirse el ciclo. Los astrónomos llegaron a conocer con bastante exactitud la duración de los años solares, pero el pueblo llano lo que veía eran estas etapas que marcaba el Nilo, y puede que midieran su edad por el número de estas etapas que vivían, y que se iniciaban con la crecida del Nilo, la siembra y la cosecha.
- ¿De dónde has sacado eso de los años egipcios?
- Lo miré en Internet aunque en este momento no recuerdo donde, pero no vale la pena que nos paremos a buscarlo, porque no estamos escribiendo un libro histórico, sino una ficción, y no necesitamos demostrar nuestras afirmaciones, y si a veces lo hacemos es sólo por orientar al posible lector de nuestras historias.
- Hablando de otra cosa. Hemos hecho que Eloy coincida con Julio César, porque tenía que fijar las coordenadas temporales, pero ¿por qué no nos hemos quedado más tiempo con él para aprovechar sus múltiples aventuras?
- Porque si iniciásemos una rama de tales dimensiones, nos apartaríamos del esquema general de nuestra novela, que está en mi mente hace muchos años.
- Pero Julio César es el fundador de Sevilla, y a mí me gustaría saber cómo fue la fundación de mi ciudad. Si no vamos a incluirla en la novela, al menos cuéntamela.
- Ya que estás tan interesada, te contaré algo, pero para empezar he de decirte que la ciudad a la que los romanos llamaron Híspalis, ya estaba aquí cuando ellos llegaron. Hace varios años, cuando empezamos a escribir esta historia, ya te comenté algo de esto, pero como estás interesada en conocer más sobre el tema, te contaré mi versión de la leyenda. Porque las leyendas, al no ser historia, se pueden ir modificando cada vez que se cuentan. Según la leyenda, la ciudad había sido edificada, por Hércules, en la margen derecha de aquel gran río, y muy cerca de su desembocadura. Los tartesios, que eran los habitantes de aquella zona, vivían en una cornisa elevada, que estaba a salvo de las grandes crecidas que se producían todos los inviernos. Ellos dieron a Hércules esos terrenos inundables en pago por unos trabajos que les había realizado. Sabían que allí era imposible fundar una ciudad y que Hércules tendría que abandonar su idea después del primer invierno, pero Hércules, que no sólo era famoso por su fuerza sino también por su inteligencia, construyó las casas sobre palos para que de esta forma las viviendas se mantuviesen habitables aún en las épocas de crecida. Pero Cesar quiso construir allí un gran puerto desde donde pudiese mandar a Roma las muchas riquezas de la región Bética. Para construir una ciudad al estilo romano decidió cercarla con una muralla que la protegiese del río. Así nació la nueva Híspalis, que conservó ese nombre en recuerdo de la astucia de su fundador, pero que ya no tenía las casas elevadas sobre palos. Julio se casó en Hispalis y cuando estaba a punto de nacer su primer hijo, los augurios anunciaron que ese primer hijo lo mataría. Para protegerse, y desoyendo las súplicas de su esposa para que tuviese piedad de su hijo, la abandonó y mando que ese niño fuese ejecutado en cuanto naciese, y que lo enterrasen debajo de la muralla que se estaba construyendo. Pero el destino, que no es fácil de burlar, quiso que aquella mujer pariese dos gemelos y, en venganza por el mal trato recibido de su esposo, entregó a los soldados a su segundo hijo para que se cumpliese, en él, el dictado de Cesar, pero ocultó al otro, al que puso por nombre Bruto, y lo preparó para que años más tarde, en el senado de Roma, pudiese consumar su venganza, matando a su padre, que sin saber que era su padre natural, lo había adoptado como hijo. Tras ser apuñalado, Julio César miró a Bruto y le dijo, preguntándose el motivo de aquella aparente sin razón: “¿tú también? hijo mío”. De todo esto que te he contado, sólo una pequeña parte está reconocida como histórica. Lo demás forma parte de una de las muchas leyendas de Sevilla.
- Y ¿cuál es la parte histórica? -preguntó María.
- La verdad es que Híspalis existió, que Julio César la amuralló y que Bruto mató a César. Lo demás es leyenda, pero dicen que todas las leyendas esconden entre sus fantasías un poco de verdad.
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