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Eloy tuvo que quedarse mucho tiempo para recargar de energía su nave antes de poder avanzar, así que tuvo tiempo de conocer perfectamente a la familia de Jacob, que se mantenía unida bajo el firme mandato del patriarca.
Abraham había tenido ocho hijos: su primer hijo fue Ismael, hijo de Agar, la esclava egipcia de Sara, pero Abraham no siguió la tradición de entregar el patriarcado al primogénito, sino que se lo dio en herencia a Isaac, el hijo de Sara, su primer amor. Al morir Sara, se casó con Cetura, y tuvo seis hijos más.
Antes de morir, Abrahán repartió regalos a sus demás hijos y los obligó a separarse de Isaac, para que no pudiesen rivalizar con él en el gobierno del patriarcado, lo que a juicio de Jacob había sido un error que mermó notablemente el poder de la familia. Él quería que la suya permaneciese unida, pero al igual que Abraham había decidido entregar la herencia, no a su primogénito, sino al de la mujer que fue su primer amor, es decir a José, el primer hijo de Raquel, porque, además de ser el hijo de la mujer de la que siempre estuvo enamorado, José amaba a su padre sobre cualquier otra cosa de este mundo, era muy inteligente y sobre todo era muy bueno, y esta bondad de su alma salía a relucir por cada poro de su rostro, que era tremendamente hermoso y agradable.
Tenía José quince años cuando lo conoció Eloy, y éste no tardó en darse cuenta de que reunía las cualidades para ser el futuro patriarca, aunque para llegar a ello tendría que superar el grave obstáculo que suponían sus diez hermanos mayores que estaban envidiosos de él y de la predilección que sentía por él su padre.
Sus hermanos no cesaban de maltratarlo con insultos y burlas. Ante esta situación, Eloy sintió grandes deseos de intervenir para ayudar a José, ya que éste había caído en un profundo estado de depresión que estaba precipitándolo hacia el suicidio, pero Eloy se abstuvo de intervenir a favor de José porque recordaba la última conversación que había mantenido con su amada Carmen, y que todas las noches proyectaba antes de dormirse, en la que ella le advertía del peligro que podría tener su viaje al pasado, si no se limitaba a ser un mero espectador y realizar las actuaciones estrictamente necesarias para conseguir su objetivo de evitar la destrucción del planeta en una guerra nuclear. Una vez más, conectó el proyector de hologramas, no ya por mantener fresca en su mente la advertencia de su esposa, sino por sentirse cerca de ella. La imagen de Carmen apareció ante sus ojos, que cada vez la veían más hermosa que en la anterior aparición, tal vez porque ella permanecía siempre igual y él era cada vez un día más viejo o quizás porque la verdadera causa de que él hiciese todo lo que estaba haciendo, no era salvar al mundo, sino poder vivir junto a su amada, y se veía incapaz de librarse de las ataduras que le impedían correr hacia ella. Un día puede resultar muy largo cuando te sientes prisionero y estás esperando el momento de tu liberación. Pero junto a la imagen y la voz de Carmen, también Eloy podía escuchar su propia voz, que discrepaba de la muy razonable opinión de su esposa.
- Si actúas sobre los hechos producidos en el pasado, podrías cambiar el presente de forma irreversible –decía Carmen.
- Yo pienso que la historia es como un río que corre por su cauce y que cualquier pequeña actuación en un punto de su curso tendrá poca influencia río abajo, e incluso las grandes actuaciones que se realizasen en las proximidades de su nacimiento, afectarían muy poco a lo que pasase en su desembocadura.
- Son dos teorías opuestas que por supuesto nadie ha podido comprobar, pero por si acaso soy yo la que tiene razón, será mejor que te limites a pequeñas actuaciones. Prométeme que nunca matarás a nadie, ni tampoco salvarás la vida de alguien que esté a punto de morir, aunque te resulte muy sencillo y por muy justo que te parezca.
Durante todo su viaje hacia el pasado había cumplido fielmente su promesa, pero al iniciar su viaje de vuelta había conseguido salvar la vida de Isaac, de una forma involuntaria, con sólo presentarse ante su padre. Si la teoría de Carmen era cierta, ya se habría cambiado el curso de la historia al evitarse la muerte de Isaac cuando iba a ser ofrecido por su padre en holocausto. Y puesto que ya no podría llegar al mismo punto de donde había partido, ¿por qué no salvar también a José? Eloy seguía pensando, que sacar un cubo de agua en el curso alto de un río no afecta para nada a lo que tenga que pasar en su desembocadura. Para que afectase habría que actuar más cerca de la desembocadura y con un tipo de actuación mucho más drástica. Además estaba viviendo su lento viaje de regreso, unido siempre a Abrahán, Isaac y Jacob, y empezaba a sentirse parte de la familia israelita, así que haciendo caso al viejo proverbio, que dice: “antes de ponerte a limpiar el mundo debes limpiar tu propia casa”, al que en este caso le cambiaba el verbo limpiar por salvar, decidió intervenir a favor de José, y lo hizo de una forma que él dominaba con gran maestría: el tratamiento de imágenes con el ordenador.
Eloy tomaba imágenes del exterior y luego las montaba consiguiendo historias que presentaba a José tras despertarlo a media noche, con lo que lograba que éste creyese que eran sus propios sueños.
En una de ellas, José y sus hermanos estaban segando trigo, y tras atar sus gavillas y dejarlas sobre el terreno segado, la de José permanecía en pie mientras que las de sus hermanos caían al suelo, lo que en su opinión significaba que sus hermanos se postraban ante él reconociendo su supremacía. El aparente sueño, había sido tan impresionante que José no pudo resistir la tentación de contárselo a su familia, y aunque Jacob reafirmaba así su idea de ceder el patriarcado a José, los demás hermanos incrementaban su envidia. Eloy había logrado su propósito de sacar a José de la depresión, pero la envidia de sus hermanos estaba empezando a convertirse en odio, y algunos propusieron matarlo. Rubén, al ser el mayor podría ser el que más se beneficiase de la muerte de José, pero precisamente por eso, también sería el primer sospechoso, y para nada quería ser el blanco de la furia de Jacob, así que convenció a sus hermanos para que actuasen de una manera más sutil. Puesto que José ya había contado a su padre el sueño en que sus hermanos lo reverenciaban, no sería difícil creer que éste había dado un nuevo paso en sus pretensiones, y se inventaron un sueño en el que el Sol, la Luna y once estrellas adoraban a José. El Sol y la Luna eran los padres y las once estrellas los once hermanos, es decir que José le iba a arrebatar el patriarcado a Jacob antes de su muerte. Esto haría pensar al padre que su hijo favorito había caído en el pecado de soberbia y ya no merecería ser su heredero. De nada iba a servir que José lo negase, porque iban a ser diez testimonios contra uno. Benjamín, el hermano número doce, era demasiado pequeño para tomar parte en todas estas intrigas. Jacob estaba inmerso en una tremenda duda y aunque no podía negar el testimonio unánime de diez de sus hijos, quería darle a José la oportunidad de exponer su versión sin ningún tipo de interferencias, y mandó a los mayores a apacentar el ganado en un lugar alejado a varias jornadas de su casa.
Cuando Jacob y José estuvieron frente a frente, no hubo necesidad de ningún tipo de explicación, porque Eloy se apareció ante ellos. José no se sorprendió porque, al contrario que sus hermanos, creía lo que su padre le había contado acerca de su anterior encuentro con un ángel enviado por Dios, y ambos escucharon atentamente lo que Eloy les dijo:
- No temas ningún mal Jacob, porque José te ama y nunca se alzaría contra ti. Él será un buen patriarca cuando tú faltes y recibirá mi ayuda como tú la has recibido. Hoy quiero preveniros porque dentro de poco vendrá una gran bonanza que durará siete años, pero ese será el aviso de otros siete años de sequía que le seguirán y que causarán una gran hambruna en la región. Aprovechad la bonanza para guardar provisiones y que no os falte durante la sequía.
Eloy sabía todo esto porque ya lo había visto en su viaje hacia el pasado. Jacob envió a José para que fuese a buscar a sus hermanos, y estos al verlo llegar, aprovechando que Rubén, el mayor y por lo tanto responsable ante el padre, no estaba en ese momento, decidieron matarlo y decir a Jacob que había muerto atacado por unos lobos. Pero Judá tenía miedo a mancharse las manos con la sangre de su hermano, porque una gran maldición podría caer sobre ellos. Decidió meterlo en una cisterna seca, de la que no podría salir, y abandonarlo allí a su suerte. Afortunadamente, Eloy que desconfiaba de los hermanos de José y estaba atento a lo que sucedía, se apareció a Judá. Éste se llenó de pánico al verlo, y se arrojó al suelo pidiendo perdón, pero Eloy sabía que pronto tendría que marcharse y acabarían matando a José, así que le propuso:
־ Si abandonas a tu hermano también caerá sobre ti mi maldición, porque morirá de sed por tu culpa, pero si lo vendes a unos mercaderes, que pasarán por aquí esta tarde, te librarás de él y también de la maldición.
Judá no entendía porqué aquel ángel quería ayudarle, pero le pareció bien el plan y convenció a sus hermanos para que lo llevasen a cabo.
Se sentaron a comer y vieron que llegaba una caravana de ismaelitas con sus camellos cargados de goma, resina y láudano, que llevaban a Egipto. Dijo entonces Judá a sus hermanos:
־ ¿Qué ganamos con matar a José? Vamos a venderlo a los ismaelitas, y no pongamos las manos en él, pues es nuestro hermano y carne nuestra es.
Sus hermanos asintieron. Cuando llegaron los mercaderes, sacaron a José de la cisterna y lo vendieron por veinte siclos de plata.
Cuando llegó Rubén y le comentaron lo sucedido, se rasgó las vestiduras en señal de dolor y les dijo:
־ ¿Cómo voy a presentarme ante nuestro padre sin el niño?
Tomaron entonces la túnica de José y la empaparon con la sangre de un cabrito, para decir a su padre que José había sido devorado por una fiera.
Eloy le había tomado aprecio a José y le hubiese gustado estar más tiempo ayudándole, pero tenía que volver a saltar en el tiempo y esta vez logró saltar más de setecientos años, llegando cerca del 1.300 antes de Cristo, la época en que vivió Moisés.
CÓMO SE HIZO LA NOVELA
LA HISTORIA DE ELOY
CAPÍTULO 7
María comentó a su padre:
- ¿Esta es toda la historia de José?
- La Biblia cuenta la historia de José y sus hermanos, entre los capítulos 37 y 50 del libro del Génesis. Lo que aquí hemos contado corresponde al capítulo 37. La muerte de José es precisamente el final del libro del Génesis. Aunque el anuncio que Eloy hace de los siete años de abundancia seguidos de otros siete de sequía, corresponden al capítulo 41, versículos 29 y 30, donde dice: “Vendrán siete años de gran abundancia en todo el territorio de Egipto. Pero a estos seguirán siete años de hambre”
- ¿Por qué no contamos toda su historia?
- Porque el resto de la historia está contado en nuestro libro “La historia de Melchor”. Aquí hemos contado esta primera parte para complementarlo.
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